Noelia Defelipe, emprendedora gastrónómica que gestiona el proyecto «De mil Colores» junto a Roxana Agrassian, comentó con FRECUENCIA ZERO como hubo que reformular el negocio en el contexto de la pandemia, algo que le sucedió a muchas personas en esta etapa.

En primer lugar, Noelia explicó cómo fueron los inicios del emprendimiento: «El proyecto arranca en el 2010 no como un proyecto laboral, sino más que nada porque me gusta cocinar y hacer cosas de pastelerías, como un hobbie y para mi familia. En el 2011 arrancó de manera más formal, más seria, se sumó Roxana y con los años todo fue creciendo de boca en boca hasta convertirse en lo que es hoy».

En relación a las consecuencias que tuvo la pandemia en el plano comercial y como tuvieron que reorientarse en el plano comercial y comenzando a hacer cajas temáticas y otras propuestas: «A nosotras la pandemia nos agarró con pedidos reservados, con clientas que nos iban diciendo que al principio seguían en pie para más adelante. Así estuvimos  los primeros dos meses. Entonces tuvimos como un parate de 2 o 3 semanas, hasta que nos dimos cuenta que no iba a ser posible concretarlos. Pero lo cierto es que la gente seguía cumpliendo años, entonces nos escribían y nos pedían una tortita para 4 personas, por ejemplo. Nosotras estábamos acostumbradas a hacer eventos más grandes, salvo algún desayuno para días especiales,  pero con esta demanda nos fuimos adaptando a lo que nos pedía nuestro público».

De este modo, pudieron seguir adelante, ajustándose a las nuevos hábitos de consumo en una situación totalmente inédita:  «Así como nuestro emprendimiento nació y fue creciendo, esto también creció pero mucho más rápido. Entonces como no se podía ver ropa, una la cadenita, un perfume,  no se podía probar el talle o sentir la fragancia para comprar online, la comida está siempre bien. Por eso nos empezó a venir mucho trabajo, con las cajas personalizadas, temáticas y nos llegaban las fotos de la gente celebrando con mucho amor. No había fin de semana en la pandemia, porque la gente no salía ningún día, entonces trabajamos de lunes a lunes. Pero a pesar del esfuerzo, sabíamos que había alguien del otro lado esperando y  nos alegraba haber llevado un poco de felicidad a cada casa».

Más allá de los buenos resultados, también hubo escollos que superar para mantenerse a flote: «Si tomamos en cuenta que durante la pandemia un montón de gente tuvo problemas laborales, para nosotras fue al revés, por lo que estábamos agradecidas. Pero también nos encontramos con muchas dificultades: no había cajas, no encontrábamos por ningún lado polvo de hornear, no había chocolate, pero siempre las fuimos sorteando para llegar a tiempo. Nos dimos cuenta que la gente a pesar de todo lo que pasó en el año, estaba dispuesta a celebrar. Entonces nos fuimos adaptando y respondiendo a estas ganas, era muy lindo ver cada foto que nos llegaba y saber que éramos parte de esa emoción».

Para conocer más sobre este emprendimiento se pueden visitar sus redes sociales: De mil colores

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