Entrevista exclusiva con Gabriel Almirón; su infancia, su relación con Tinelli y Sofovich, la salida laboral en pandemia y la pasión por Mataderos.
La chispa de la actuación
La chispa arrancó con cuatro años. Yo tengo mucha memoria de mi pasado, mucha memoria. Y no registro tanto el presente, no lo registro tanto. Ese pasado está muy presente. Si tengo que hacer un análisis, creo que no me subo arriba de ningún caballo, no me gusta tampoco. He vivido muchas cosas muy heavy, muy jodidas, pero dentro de un misticismo. ¿Entendés?, como cuando un equipo va perdiendo y va perdiendo y va perdiendo, pero el espíritu del equipo sigue. A los cuatro años me convocan, en jardín de infante me eligen para que haga una actuación, en un acto escolar, y esa actuación era la representación de la canción de María Elena Walsh, El Brujito de Gulubú.
Ese fue mi primer aplauso y creo que me acompañó toda la vida. No me lo olvido más . Aparte de esta situación que te conté, de este recuerdo mío, del brujito de Gulubú, mi viejo me lleva al cine del Plata, acá a la vuelta. Yo tenía nueve años, me llevaba a ver el Juan Moreira de Leonardo Favio.
Y yo no lo podía creer. Yo digo, qué cosa más hermosa, qué maravilla. Y yo quería ser Juan Moreira. Quería interpretarlo a mi modo y quería hacerlo aún más profundo. Y me acuerdo que me fui y me compré tres pomitos de pintura roja. Y esperaba que se fuera mi viejo para meterme en el baño y chorrearme toda la cara. Y me hacía el Juan Moreira. Me ponía la música, todo lo que da. Y desfilaba, salía del baño a lo Juan Moreira. Desfilaba por toda la casa, con nueve años, todo ensangrentado.
Una vuelta, llega mi vieja y me ve ensangrentado. Era témpera. Los gritos que pegó esa mujer, los gritos que pegó esa mujer. ¿Qué te pasa, Gaby? ¿Qué te pasa? ¿Qué te pasó? ¿Qué te pasó? Y yo le digo, estoy haciendo Juan Moreira. Mis viejos me acompañaron. Tengo un lindo recuerdo de mis viejos, porque después, cuando yo me recibí, yo hice el primer año en el San Felipe. Era muy transgresor. Era como ir contra los sueños de tus viejos.
El aprendizaje con Tinelli
Mirá, yo estaba viviendo de prestado porque, como te conté, había renunciado a un empleo, entonces ya no tenía más la paga mensual. Y estaba viviendo de prestado en un espacio que me habían hecho en un centro de locutores donde yo daba clase, entonces me daban la posibilidad de que cuando se terminaba el día me quedara a dormir, y dormía en una de las camillas de foniatría, por ejemplo, así estuve un año. Y ahí en ese centro de locutores me hice amigo de un chico que era locutor, que también estaba en las mismas condiciones mías, vivíamos ahí, y un día me dice, che, ¿por qué no? Tienes que estar convocando ideas, que le manden un VHS, ¿por qué no hacemos algo? ¿Y qué hacemos? Y no sé, ¿qué te parece a vos? Y como éramos locutores y teníamos una consola de sonido y podíamos… Y él me dice, la idea la trajo José Luis, José Luis se llama el chico, me dice, mirá, agarremos películas, saquémosle el audio y caguémonos de la risa nosotros y hagámosle decir cosas.
Y ahí nacen los doblajes. Claro, le encantó, tal es así que José Luis ya se volvió al sur, él está trabajando en una radio, pero tal es así que hasta el día de hoy, en cada nueva temporada que abre Marcelo sus programas, me llama para que le haga los doblajes de apertura. Se convirtió en un clásico.
El Marcelo de aquella época en que yo lo conocí, los primeros años de Marcelo, no es el mismo Marcelo que conocemos hoy. El tiempo, las situaciones. Lo hemos modificado y él es otra persona.
Las palabras de Sofovich
A Miguel Ángel Rodríguez lo convoca Gerardo para ser la de Don Mateo y él arma su equipo y dentro de esos actores que sugiere, me sugiere a mí para que haga de reidor.
Mi risa es muy contagiosa y él quería que yo hiciera un personaje con mi risa y a mí me pasa que es como los pajaritos que si están en la jaula no cantan, entonces me llama Gerardo, era la primera vez que yo conocí a Gerardo y todos me decían no sabes lo que es, malísimo, claro y yo ya llegué afectado, me acuerdo que le preguntaba a Campi, a Charly Nieto que ya venía laburando con él, y me decía uy boludo, no, es muy difícil Gabi, es muy difícil, hace todo lo que te diga, todo, y Charly también lo mismo, Charly Nieto era el que hacía de Alelí después, entonces me dice, Gerardo, bueno vas a hacer un personaje que quiere Miguel Ángel, es un reidor, una persona que se empieza a reír y no puede hablar y lo único que hace es reírse.
Me salió una risita más pobre, claro, y Gerardo me dejó. Ya estábamos grabando, y lo tenía Miguel que me hacía señas, y yo trataba de hacer fuerza para reírme y no salía la risa, y Miguel que seguía, viste, y corten, y viene Gerardo, y me dice, ¿Qué estás haciendo? No, no, que no me causa gracia, lo peor que le podría haber dicho, que no me causaba gracia. Estás despedido, y me llama el que manejaba todos los contratos y me dice, -Gaby, si te vence el contrato a fin de mes, Gerardo no te quiere más, hace algo rápido para que te vuelva a contratar, yo te voy a dar una mano, pero tenés que hacer algo-, viste, y yo me fui en ese momento, vivía en Sarandí, ya no estaba más acá en Mataderos, y yo lo atendí a Rubén Fernández, yo estaba mal de los nervios que me hizo agarrar, era de video match a la nada total, porque encima digo, bueno, renuncié a video match, pero me voy con Gerardo Sofovich, pero era Gerardo el que no me quería más, se me terminó el mundo, ¿me entendés?, y yo estaba así, cuando me ponga bien, le digo, Rubén, porque ahora no me puedo mover, yo estaba con corticoides, y habré estado cuatro días en cama, de verdad, no me podía mover, me llama, esto era así, un jueves, viernes, me llama la secretaria de Gerardo, me dice, Gaby, el lunes es el último día que Gerardo va a recibir nuevas ideas, armate una, pero Gerardo me odia, le digo, ¿qué querés que lleve?, armate una idea y te venís, yo le dije a Gerardo que vos vas a venir, así que él te espera, yo era desconfiado, pero él te espera, él me espera, de verdad, Gaby, te acabo de decir que sí, me llama Rubén Fernández, me dice, presentate, llevale lo que sea, pero llévale algo, y entonces voy con esta idea, con la de Pacotillo, le digo, mirá, a mí siempre me gustó la música española, Miguel de Molina, le digo, mirá, tengo esta idea, es un cantante flamenco, que empieza a cantar, y Gerardo así, escuchándome, hasta esto me lo hace difícil, y empieza a cantar, le digo, y después de golpe se pone a bailar, me dice, ¿vos bailás flamenco?, le digo, no, me dice, ¿qué estás proponiendo?, y justamente que no sé bailar, es un desastre, bueno, a ver, andá vestuario que te ponga en la ropa y mejor que me hagas reír, y era a matar o a morir, entonces digo, de qué manera yo puedo impresionarlo a este hombre, empecé a buscar en vestuario, agarré un pantalón del gordo Porceles, acá me llegaba el pantalón, le digo, bueno, me pongo el cinturón acá arriba, y era muy gracioso, era un pantalón hasta acá con el cinturón cerradito, acá tenía el cinturón, cuando me vio, hizo así, es vos una sonrisa y no me la quiso mostrar, aparte me había puesto un sombrero con caireles, y hasta que llega el momento en que me llama y me dice, a ver bailá, y otra vez, no me salió el baile, porque estaba, o sea, cuando vos me tomás examen, yo seguramente salga como el orto, me dice, bueno, vamos a grabar, y ahí nos da las instrucciones. Era mi momento, yo estaba actuando ahí, y se cargaron todos de risa, él también, y el nombre del personaje, yo le dije, me dice, cómo se llama, y le digo, Paquillo, Paco, Paquillo, y se queda pensando, así como lo está viendo ahora, no, no, no, se va, da tres pasos para allá, vuelve, me dice, te vas a llamar Pacotillo, y quedó Pacotillo.
Cocinero en la pandemia
Yo en un momento me levantaba a las 6 de la mañana me iba a comprar las verduras, me iba a comprar la carne al mercado central, llegaba tipo 11 me ponía a cocinar las ollas, después tenía que lavar todo, tipo 12 empezaba a recibir los mensajes, tomar la nota, tenía que ir a hacer el delivery, yo repartía, era una locura. Yo decía bueno con esto voy pagando, plata de hoy me haré 5 o 6 lucas por día, más o menos tiro en la pandemia, llegó a fin de mes, y fue una locura, fue una locura, y nada, me cansé, me cansé.
Rey Lear
Está considerada la obra más compleja, es la obra más compleja que escribió Shakespeare y está considerada una de las cinco obras más difíciles para interpretar y para llevar a teatro, o sea, puesta y actuación.
El director del teatro me llama y me dice, ¿te animás a hacer Rey Lear? Hácelo vos, hácelo vos Gaby. Y me dice, mira yo puedo llamar a este, puedo llamar a este otro, puedo llamar a este, y tenía realmente nombre. Si vos te animás lo hacés vos.
Le digo, pero falta una semana, no te lo va a agarrar nadie el personaje. Me dice, ¿qué querés hacer? Y yo estoy acostumbrado a los desafíos, como te decía hoy cuando arrancamos la nota, porque me pongo a prueba, me pongo a prueba. Entonces le digo, bueno dame el día de hoy para pensarlo, y entonces ahí empecé a llamar a directores.
Empecé a estudiar, empecé a estudiar, empecé a estudiar, y créeme que esa semana yo habré dormido de esos siete días, tres horas. Yo soñaba repasando letra, soñaba que repasaba letra.
Se me hizo una enfermedad. Tuve problemas de salud, serios problemas de salud, por el grado de estrés. Había pedido una semana más, que me dieran la chance de dos semanas, para poder incorporar letra.
Y en principio me habían dicho que sí, cuando estaba por terminar la primera semana, que llevamos a entrar en la segunda, esto ahora ha sido un miércoles, me dicen del Instituto de Cultura que no podemos postergar el estreno. Entonces yo tenía que estrenar, estrenar, y contó esa letra rarísima en la cabeza. Y digo, bueno, vamos a hacerlo.
Obviamente que yo estrené en condiciones precarias, pero después tuve las funciones para poder ir ensayando en plena función, y probando cosas nuevas, y probando tonos, y probando… Y hoy realmente es como una piedra que vos vas puliendo, y la verdad que estoy feliz
Yo con Mataderos tengo una relación de amor, qué sé yo, y el amor es inexplicable, ¿viste? Es, qué sé yo, me poseyó, y eso siento. Y si te tengo que responder desde ahí, creo que soy esta cosa tranquila de las tardes, escuchar pajaritos, tener una pizzería cercana, tener ahora el cine del Plata, ir a ver, eso es lo que faltaba, y lo volvemos recuperado por los vecinos. Entonces creo que soy un devoto del barrio Mataderos, creo que me gusta el barrio, estoy feliz acá, porque hubo muchos años que no estuve, y haber vuelto es como recuperar los olores.