Julio se consagró como el mes más caluroso y con las temperaturas oceánicas más altas que se hayan registrado en la historia, según la Organización Meteorológica Mundial y el Servicio Copernicus de la Comisión Europea. Caterina Mosto, becaria del CONICET y especialista en Ciencias de la Atmósfera y de los Océanos, explicó que “debido al cambio climático, las olas de calor están siendo más frecuentes, más intensas y más persistentes; termina habiendo un calor sofocante que se va acumulando y la atmósfera no se termina de enfriar”, explicó. De hecho, un estudio realizado en China detalló que este fenómeno “se podría haber dado una vez cada 200 años, pero que para las proyecciones de los próximos años es factible que se vuelva a repetir”.
En diálogo con FRECUENCIA ZERO, la investigadora expresó que “se tiene que virar a una transición energética, del sistema productivo, a un mundo más equitativo en cuanto a los recursos naturales y a aflojar con la utilización de combustibles fósiles”. Asimismo, explicó que las temperaturas más elevadas se registran siempre en el verano del hemisferio norte porque la masa continental se compacta más que en el resto del mundo.
En cuanto al verano local, Mosto afirmó que las tendencias indican que se tendrá el “efecto del niño, una variabilidad que posibilita el aumento de lluvias en todo el país y de las temperaturas”. Sin embargo, expresó que “no significa que vayamos a tener estas temperaturas por el resto de los días, pero hay una tendencia general de aumento de temperaturas, una mayor frecuencia de olas de calor y con más días de duración”. Por último, resaltó que, de todos modos, “no se trata del invierno más cálido en la historia de Buenos Aires” porque en el año 1979 se registraron 30°.