Octubre fue el mes del dejavú, donde todos volvimos a escuchar clásicos de nuestra adolescencia, para la gran mayoría de los presentes que estuvieron tanto en Offspring, Limp Bizkit o ayer con Korn.

La banda de Jonathan Davis volvió al país después de 3 años, con 2 discos bajo el brazo, la reconciliación con el violero de toda la vida (Brian Head Welch) y todo el poder de ese Metal Alternativo poderoso que hizo tan reconocido a Korn desde su nacimiento, hace 20 años atrás.

Con la banda casi original (Sigue sin incluirse al staff el baterista David Silveria), Korn llegó a un Estadio Malvinas Argentinas con una puesta en escena jugada desde lo visual, algo atipico en un estadio como el Malvinas, donde se juega más la puesta sonora que la escenica.

El show encendio los motores con Blind, pasadas las 21.15; seguido metieron Twist y pegado arrancaron el viaje con Falling Away From Me, que demostró realmente cuanto podía la gente hacer vibrar el estadio y que el público que va a los shows puede bancarse la parada que sea. 90 minutos sin descanso, solamente con un break de 5 minutos, fue lo que la banda estuvo en el escenario. Se dieron el gusto de meter Another Brick in the Wall y Good Bye Cruel World de Pink Floyd.

La banda sonó a lo Korn, potente, sin baches, con muchísima energía y los 6 integrantes estuvieron conectado para que el show sea un destacado del año. El «Olé, olé, olé cada día te quiero más, yo soy de Korn es un sentimiento no puedo parar» dejó a la banda meditando en donde estaban parados, se miraban y sonreían, aplaudían y agradecían el gesto. Jonathan saldría con su gaita para lucirse en 2 temas, la cual tenía como detalle una bandera Argentina de fondo.

Narcissistic Cannibal, Get Up!, Shoots and Ladders, Here to Stay fueron algunos de los que pasaron durante el show. Algo a mencionar es la voz de Jonathan Davis, intacta, es como escuchar un disco de estudio del año 98, suena exactamente igual , y la particularidad de meter 2 tonos que parecen ser 2 personas distinta, es cerrar los ojos y pensar que hay un dueto en el escenario.

Got The Life metió la quinta a fondo y se veía venir el final, el choque de la cabeza contra la pared fue Freak On A Leash, que dejó a todos extasiados y en estado de ebullición durante los 5 minutos, o más, que la banda se quedó regalando puas, palillos, listas, y hasta agua al público que agradecía enormemente que ellos viajaran hasta acá, y ellos agradecían la locura de público que tuvieron durante esa jornada, prometiendo volver en un futuro no muy lejano.

Jairo Pérez

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