En esta edición de nuestro programa hablaremos de la recompensa de 10 millones de dólares por información que conduzca al arresto de cualquier extranjero que busque interferir en el proceso electoral estadounidense.

Nada más y nada menos. Es justo el importe que ha prometido en público esta semana el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, a cambio de cualquier información referente a posibles injerencias en la campaña presidencial del 2020. Lo único que sorprende en esta propuesta es que no dijo directamente «cualquier ruso» en vez de «cualquier extranjero». Porque varios medios internacionales titulan precisamente por ese camino: Pompeo ofrece 10 millones por información de injerencia rusa.

Para el público la expresión «injerencia rusa» parezca casi una expresión estable. Desde hace varios años no vemos más injerencias en llamados «procesos democráticos» en Occidente que injerencias rusas.

En nuestras ediciones anteriores hemos analizado todo un abanico de nuevas y no tan nuevas acusaciones contra Rusia en los medios internacionales con la pandemia del coronavirus como telón de fondo. Algunos de nuestros colegas acusaron a Rusia de espiar para obtener datos de las vacunas contra el coronavirus.

Los medios británicos acusaron a Rusia de haber pagado a los talibanes para que mataran a los militares británicos. Acto seguido, salió publicado en el Reino Unido el llamado «Informe Rusia» divulgado por el Comité de Inteligencia y Seguridad del Parlamento británico que aborda la supuesta influencia de Rusia en el referendo de 2016 para la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

La semana pasada varios medios estadounidenses, en particular The New York Times y Associated Press, afirmaron que Rusia ha estado difundiendo desinformación sobre el COVID-19 para influir en las elecciones presidenciales del 2020 en Estados Unidos. Y toda esta avalancha de acusaciones llegó en cuestión de semanas.

Ya nos preguntábamos en qué momento tocaríamos fondo, es decir, si hay un límite razonable para las acusaciones contra Moscú. Y la verdad es que parece que no. Esta semana el Departamento de Estado de Estados Unidos publicó un extenso informe titulado ‘Los fundamentos de la desinformación y la propaganda en Rusia’.

El documento describe Rusia como la «principal amenaza» de la desinformación y la propaganda, de la cual el Kremlin es responsable. El informe promete que Estados Unidos y sus aliados no «se quedarán de brazos cruzados mientras Rusia abusa de las formas modernas de comunicación».

«EEUU: Rusia difunde desinformación en internet», titula la agencia Associated Press.

La verdad es que el informe no ofrece ningún dato nuevo, ninguna revelación. Según el Ministerio de Exteriores ruso, ese documento es otra manifestación de la política de difamación contra Moscú. «Moscú: EE.UU. difama de nuevo a Rusia», titula la edición en español de RT.

Parece que no habrá límite razonable para las acusaciones antirrusas en los medios internacionales. Mientras tanto, la palabra difamación en esta situación particular incluso podría parecer demasiado suave. Aprovechando como pretexto la presunta intromisión rusa en los comicios de 2016, Washington a su vez parece que no se da cuenta de lo qué está haciendo al ofrecer estos 10 millones de dólares por información que conduzca al arresto de cualquier extranjero (léase ruso) que busque interferir en el proceso electoral estadounidense.

Da la impresión de que Estados Unidos no está consciente de que la recompensa ofrecida por Pompeo, es una injerencia directa y pública en asuntos de otros países. «EEUU ofrece recompensa por información sobre interferencias en las elecciones», titula a una de sus crónicas El Nuevo Herald TV.

Según Lea Gabrielle, directora del Centro de Participación Global del Departamento de Estado, «Rusia está desempeñando un papel importante para crear y difundir información falsa y propaganda sobre muchos temas». El informe del Departamento del Estado detalló un presunto «ciclo de desinformación respaldado por Rusia», el cual difunde datos falsos en internet a través de funcionarios estatales y reportes de medios financiados por el Estado, al infiltrar las conversaciones en las redes sociales en Estados Unidos, y aprovechando un marco engañoso de sitios web.

«Rusia tiene un largo historial de difusión de desinformación sobre temas de salud y ciencia. Y el ecosistema de desinformación ruso explota el miedo y la confusión», concluye Gabrielle.

Hay que decir que la confusión se ha convertido en un arma universal para los medios internacionales. Un buen ejemplo es el terremoto político que ha causado un tuit del presidente estadounidense, Donald Trump, en el que reflexionaba sobre el recuento de votos en las próximas elecciones. Los medios enseguida le acusaron de un intento de aplazar las elecciones, aunque no tiene el poder de hacerlo.

¿De qué están hablando los políticos y los medios estadounidenses si el presidente de Estados Unidos simplemente no tiene el poder de aplazar las elecciones? Eso es precisamente explotar el miedo y la confusión. Porque casi acusan a Trump de un intento de golpe de Estado, cuando técnicamente no hay manera de hacerlo.

Pero volvamos al tema de los 10 millones de dólares prometidos por el secretario de Estado, Mike Pompeo, por información que identifique a las personas que trabajan con gobiernos extranjeros para interferir en las elecciones estadounidenses mediante actividad cibernética ilícita. La pregunta clave ahora es quién ganará este importante premio.

«Desde hace tres años, el Kremlin utiliza dinero público y tecnologías privadas para incursionar en elecciones y referéndums de otros países», escribió en 2019 en uno de sus artículos programáticos el corresponsal del diario español El ABC en Washington David Alandete. El mismo Alandete que anteriormente, siendo vicedirector de El País, narró la saga de la presunta injerencia rusa en Cataluña.

«Cómo la maquinaria de injerencia rusa pasó de desestabilizar Europa a Iberoamérica», titula El ABC.

Un buen recordatorio y toda una advertencia. La única pregunta que queda es de qué serviría a Rusia  cooperación diplomática con una Cataluña independiente a cambio de dar por válida la declaración de independencia en Cataluña en 2017.

Pero volvamos de nuevo a estos 10 millones de dólares (que no es poco) prometidos por el secretario de Estado, Mike Pompeo. Como hemos dicho, la pregunta clave ahora es quién ganará este importante premio. Y la verdad es que hay varios posibles candidatos.

Entre ellos, entre los primeros, estarían los analistas del Departamento del Estado que prepararon el informe sobre los «pilares de la propaganda y la desinformación» rusas. Si es cierta la información que publican, no hay duda que merecen este premio prometido por Pompeo. Y si quedan sin el premio significa que los datos que figuran en el informe tienen poco valor.

En este caso habría que pensar en alguno de nuestros colegas de los medios internacionales. Un buen candidato, sin duda, sería el corresponsal de El ABC en Washington, David Alandete, que seguramente tiene mucho que contar sobre las injerencias rusas en las elecciones en Estados Unidos.

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