En el marco de la columna de Gisela Larzabal sobre gestión y crecimiento económico-financiero de las PYMES, el testimonio de Florencia Schmal, dueña de Amen Wine Bar, ofreció un caso concreto de cómo un emprendimiento gastronómico puede lograr rentabilidad a través de la organización, la automatización de procesos y el cuidado de los clientes. Ubicado en la esquina de García de Cossio y Fonrouge, a metros de la Plaza Larrazabal en Mataderos, el bar nació en plena pandemia y hoy se consolida como un espacio que combina gastronomía, vinos y gestión eficiente.

En diálogo con FRECUENCIA ZERO, Schmal contó que el proyecto comenzó con un grupo de amigos apasionados por el vino y la cocina, quienes transformaron una propiedad abandonada durante más de 30 años en un espacio gastronómico con identidad propia. “Empezamos con cuadernos, después pasamos a Excel y finalmente al sistema gastronómico, que nos permitió organizar el stock, calcular la rentabilidad de cada plato y optimizar tiempos”, relató. Según explicó, esa decisión fue clave para profesionalizar el negocio y sostener la rentabilidad en un rubro exigente.

La dueña de Amen Wine Bar destacó además que la clave estuvo en la planificación y en el trabajo en equipo, con responsabilidades compartidas en finanzas, compras y gestión operativa. “Aprendimos que vender no siempre significa ganar; el beneficio tiene que ser positivo y suficiente para reinvertir, distribuir entre los socios y cumplir con las obligaciones”, señaló. Esa mirada le permitió tomar decisiones estratégicas, como acotar la carta a productos de estación, evitar el stock innecesario y priorizar siempre la calidad de lo que llega a la mesa.

Florencia también subrayó la importancia de mantener el equilibrio entre rentabilidad y accesibilidad para los clientes: “Podemos tener vinos de alta gama, pero sabemos que lo que rota es la franja media, donde hay buena relación precio-calidad. Si cuidas al cliente y no lo matas con los precios, lo fidelizas”. De esta manera, Amen Wine Bar logró consolidarse en Mataderos como un emprendimiento joven, pero con bases sólidas, que combina pasión por la gastronomía y una gestión financiera consciente para sostenerse en el tiempo.