Con entradas agotadas hacía varios días, La Pastillas del Abuelo volvieron al Luna Park. Un lugar donde en 2008 fue épica su primera llegada, hoy es algo que les queda chico. En su año N° 11 ya es asegurada la fiesta en un show de ellos, por eso cada vez más gente se prende en ir a una de las fiestas pastilleras.

En la vereda de las 4 esquinas (Lavalle, Bouchard, Madero y Corrientes) un 75% de chicas se movían de acá para allá, esperando la hora de ingreso o a un@ compañer@ pastiller@ que se prenda en ésta.

En un anticipo de lo que sería el recital, la banda anticipó que sería un show ochentoso con tecnología del 2000, y así fue. En los costados, las pantallas gigantes lucían el Twitter oficial de la banda (@DelAbuelo) y un hash que para el momento era Trending Topic (#LasPastillasEnelLuna) iba mostrando en tiempo real lo que la gente Twiteaba, algo innovador y divertido para aguantar la espera de arranque. 21.20hs se oscurecía el estadio y un juego de luces laser demostró a qué se referían con “tecnología del 2000”. Una intro instrumental y el tema Cambios de Tiempo de el último trabajo (Desafíos) abría un set list que iba a pasear y navegar por las más variadas matices pastilleras.

Una remera de Osho (Filosofo) era que lució Pity durante toda la primer parte del recital. Hay que recalcar la diferencia entre éste Luna Park y el anterior del mes de Diciembre. 2 shows completamente distintos, donde en uno pasearon cronológicamente por sus 10 años, dividiendo el listado en 3 partes y con una puesta en escena menos lujosa, pero igualmente llamativa. En este Luna el set list fue variando, con temas clásicos, pero también algunos nuevos que van haciendo su espacio para los recitales venideros, y una puesta en escena (en lo que se basa a iluminación y soninido) de primer nivel.

La intro y 11 temas habían pasado cuando Pity Fernandez invito a sus amigos, la banda Los Enviados de Thot, para que den un mini show en vivo, ante semejante publico y en un estadio icónico para lo que a música se refiere. El cuarteto liderado por Hernán Sileoni (ex baterista de LPDA) salió con todo, aprovechando la magnitud del show y agradeciendo infinitamente la buena predisposición de la banda por ceder un espació a la difusión de una banda amiga. Aunque si hay algo que destacar de LPDA es la hermandad y el espíritu de compañerismo con sus colegas, siempre invitando, nombrando y tirando fechas, sin ser egoístas.

3 temas metieron, junto a un clásico que desató la locura de la gran mayoría, «La dicha no es una cosa alegre» de Los Redonditos de Ricota. Los plausos y la ovación fueron bien recibidas, siempre el respeto es esencial en estos casos y por suerte así sucedió.

Las Pastillas volvían a escena, las luces seguían con su juego y el escenario era una pasarela donde los músicos no se quedaban fijos en ningún sitio. Bochi podía estar en el centro del escenario o junto a la batería, en un semi piso que tenia acceso por los 2 laterales del escenario. Pablo Vidal, de El Cuelgue, también fue uno de los invitados de la noche.

El show iba llegando a su fin, según propias palabras de Pity y clásicos empezaron a tirar para arriba. Los globos, las banderas, la serpentina, las nariz de payaso, las pulseras luminosas, el campo era una fiesta, pelotas gigantes rodaban por todos lados y en los parlantes sonaba Ratón (Con juego de luces que escribían la palabra RATÓN en ambos laterales), después Skalipso, Casada, Otra Vuelta de Tuerca y para el cierre Viejo Karma dieron fin a poco más de 2.30hs de fiesta a pleno.

La banda adelantó que para Mayo, el 23, van a dar nuevamente un show en ese mismo estadio, así que para quienes aún no pudieron disfrutar una pastifiesta, tienen otra chance.

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