El analista político Eduardo Sartelli resaltó que el punto de partida de la decadencia argentina se centra en la apropiación de la idea freireana de la «Educación para la Liberación», que arranca en los 90 como respuesta a las políticas menemistas y que tiene un alto contenido político dentro del programa escolar.
En ese momento, el movimiento se inicia con los bachilleratos populares, que eran «instituciones privadas conformadas por gente que dice defender la educación pública, pero al mismo tiempo organizan instituciones privadas», que surgían como respuesta a la necesidad de la población no alcanzada por el Estado. Pero con la particularidad de que la educación era una educación que tenía que ver con el «mundo de la política».
Y le siguió el Plan Fines, que nació en respuesta a la gente que quedó a mitad de camino en la educación, pero no es un programa manejado por las agrupaciones sociales y no es estatal. «Esto es un grave atentado a la educación pública porque es la construcción de una red semiprivada de carácter punteril muy degradada, donde la gente va dos días por semana a la escuela y no recibe una calidad educativa adecuada porque hay referentes y no docentes, pero es en realidad la educación más degradada todavía», apuntó Sartelli.
En esa misma línea, afirmó que este tipo de educación derivó en crecimiento de la titulación. Pero la gente que tiene un título, muchas veces, no completa los saberes obligatorios que debe tener una persona que se egresa de la educación secundaria.