«Habría que plantearse si EEUU es un Estado fallido»

EEUU del caos. Es la imagen que transmite el país norteamericano. A la pésima gestión de la pandemia del coronavirus, se le superpusieron las movilizaciones a nivel nacional tras el homicidio de George Floyd, un caso que a su vez varios políticos arrastraron al fango del embrollo político de la campaña presidencial. Pelea en el barro El ex secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, ha demostrado recientemente que cualquier autobús los deja en la puerta. En una reciente entrevista concedida a la CNN declaró: «Tenemos una Constitución y tenemos que seguir esa Constitución, y el presidente se está alejando de ella». Y a renglón seguido denunció a Trump por «mentir sobre muchas cosas». Este despliegue de Powell podría resultar gracioso, si no fuera porque una mentira asesina que pronunció el 5 de febrero de 2003 ante el Concejo de Seguridad de la ONU –con el recordado e infame show que montó con el tubo de ensayo– donde denunció que Irak poseía armas de destrucción masiva, y que provocó la invasión al país árabe, sembrando tanta muerte y devastación que 17 años después aún persisten. Y así se lo recordó Trump con un tuit al responderle: «Colin Powell, un auténtico duro que fue muy responsable de llevarnos a las desastrosas Guerras de Medio Oriente, acaba de anunciar que votará por otro rígido, Sleepy Joe Biden. ¿No dijo Powell que Irak tenía ‘armas de destrucción masiva’? No las tenía, ¡pero fuimos a la GUERRA!» Colin Powell, a real stiff who was very responsible for getting us into the disastrous Middle East Wars, just announced he will be voting for another stiff, Sleepy Joe Biden. Didn’t Powell say that Iraq had “weapons of mass destruction?” They didn’t, but off we went to WAR! — Donald J. Trump (@realDonaldTrump) June 7, 2020 Favor con favor se paga Entonces, Trump le ‘devolvió el favor’ a los demócratas. Y es que tras el suceso en que dos policías de Búfalo empujaron a un manifestante de 75 años, quien tras caer al suelo comenzó a sangrar por un oído y fue trasladado en estado grave a un hospital, la cadena One America News dio a entender en un tuit que el hombre «podría ser un provocador Antifa» que «fue empujado después de escanear» las radios de los agentes para cortar las comunicaciones entre los agentes. Y Trump cayó en su trampa de la retórica. Retuiteó el mensaje del medio y apostilló: «Lo vi, cayó más fuerte de lo que lo empujaron. Estaba apuntándolos con un escáner. ¿Podría ser una trampa?». Así, ‘devolvió la generosidad’ de Powell. Dejó la pelota picando en su propia área chica, esperando a que alguien la empujara al fondo de la red. Y ese fue el gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo. «¡Qué imprudente, qué irresponsable, qué cruel, qué crudo! Quiero decir, si alguna vez hay un comentario tonto reprensible, y del presidente de EEUU, [es este]. […] Lees sus tuits y llegas a un punto en el que dices: ‘bueno, nada podría sorprenderme, lo he visto todo’, y luego te vuelves a sorprender. Te vuelves a sorprender. Te asqueas de nuevo», dijo en rueda de prensa. Toda esta situación es absolutamente rocambolesca, de acuerdo al analista internacional Eduardo Luque. «Vemos que hay una aparente confusión y un aparente caos», añade. «Todo tiene un sentido lógico dentro de la irracionalidad que tiene la política norteamericana». Luque apunta a que en el sentido lógico, hace muchos meses que Trump está en campaña electoral. «Muchos de los actos y acciones que hace y percibe tiene como finalidad fomentar el ánimo de su propia base electoral ciertamente decaída, puesto que muchas de las cosas que prometió en la anterior campaña electoral, evidentemente ni las ha cumplido, ni las piensa cumplir, pero de alguna forma tiene que motivar a su propia base electoral». El experto señala que paradójicamente, los demócratas tuvieron sus mejores números en las encuestas «cuando el señor Biden ha estado en un ‘bunker’ protegido por el coronavirus«. No obstante, Luque apunta a que el ex vicepresidente tiene grandes limitaciones para lograr su objetivo de llegar a la Casa Blanca. Entre otras cosas, «porque su discurso es muy parecido al de los republicanos», señala. EEUU, ¿un experimento social fallido? En una reciente entrevista que concedió a la BBC el filósofo Cornel West, quien ha sido profesor de las universidades de Yale, Princeton y la Universidad de París, y quien actualmente imparte clases en Harvard, y a quien se le reconoce como uno de los líderes que mantiene el legado de Martin Luther King Jr., lanzó una reflexión inquietante. Consultado por el periodista acerca de si el procesamiento a Derek Chauvin, el policía que acabó con la vida de Floyd, podría ayudar a calmar las aguas revueltas en las que se han transformado las calles de muchas ciudades de EEUU, West respondió que la situación es mucho más profunda que eso: «Tenemos seres humanos maravillosos en EEUU, pero EEUU es un experimento social fallido, hasta el punto en que cuando se trata de personas negras y pobres su economía capitalista falla; el estado militarizado falla; su cultura mercantilista en la que todo y todos están a la venta, falla», sentenció West a la BBC. Luque califica de muy interesantes y dignas de análisis las declaraciones de West, «porque pone el dedo en la yaga de un aspecto que siempre se tiende a soslayar». «La cuestión racial es solamente una parte, y no principal, del gran problema que tiene EEUU. Es un problema de diferencias de clases sociales, de grupos sociales absolutamente marginados de la vida y de los beneficios del neoliberalismo capitalista, y un grupo muy minoritario donde el 1% de la población se está enriqueciendo como jamás se había podido imaginar», explica el analista. Pero Luque va un paso más allá: «Habría que plantearse en un futuro inmediato si EEUU no es de alguna forma un estado fallido, un estado que es incapaz de dar un mínimo de vitalidad, de elementos
Brasil es una olla a presión a punto de estallar

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se llevó un palazo. El autor de asestar el golpe fue el Tribunal Supremo que obligó a su Gobierno a volver a publicar de manera consolidada la información diaria y actualizada de datos sobre el avance del coronavirus a nivel mundial. Una resolución que sigue a una polémica decisión del mandatario. La distorsión Todo comenzó días atrás cuando por orden de Bolsonaro, el general Eduardo Pazuello, ministro de Salud, alteró la forma de contar los fallecidos diarios a causa de la Covid-19 y la manera de darlos a conocer: sin detalles sobre grupos etarios, clases sociales, lugar del deceso o enfermedades preexistentes. Bruno Lima Rocha, Dr. en Ciencia Política y profesor de la Unisinos de Rio Grande do Sul, expresa que «la pandemia en Brasil hizo en pocos meses lo que hicieron los ‘gorilas’ genocidas en Argentina entre 1976 y 1983». La situación estalló definitivamente cuando la cartera de Salud envió un enlace de su sitio web en la que informaba de 1.382 muertes registradas en las entonces últimas 24 horas, y tras media hora redujo la cifra a 525. A renglón seguido, negó su intención de manipulación y atribuyó el ‘error’ a un conteo duplicado. La metodología que se venía aplicando por parte de los dos ministros anteriores, quienes decidieron abandonar el barco por diferencias insalvables con su capitán, fue distorsionada por los al menos 12 militares que fungen como escuderos en segunda y tercera línea del Ministerio de Salud. Para Lima Rocha hay algo grave en esta situación, y subraya que lo que Bolsonaro no es el culpable exclusivo de lo que está ocurriendo. «Él tiene como aliados a generales de cuatro estrellas recién pasados a la reserva, pero con mucho peso aún en la caserna y las instituciones castrenses. Y ellos, cuando eran la dictadura en Brasil, ocultaron los datos en el año 1972 y en 1975 de dos epidemias de meningitis», abunda el experto. El cambio de la metodología de registro de muertes por coronavirus por parte del Gobierno de Bolsonaro provocó la reacción de Rodrigo Maia, presidente de la Cámara de Diputados, quien disparó contra la línea de flotación del Gobierno. «Jugar con la muerte es perverso. Al alterar los números, el Ministerio de Salud tapa el sol con la mano. Hay que recuperar la credibilidad de la estadística. Un ministerio que tortura números crea un mundo paralelo para no enfrentar la realidad de los hechos». En este contexto, en Brasil se ha desatado una ola de protestas, que arrancaron una reacción esperable en Bolsonaro. Ignorando absolutamente el drama de la pandemia que azota a su país, sólo atinó a deslizar que en realidad el único gran problema en Brasil son las protestas, y sentenció que vencerá en «esta guerra» y que evitará que su país «gire a la izquierda». «Para esta gente que está en Brasilia hoy en el Gobierno, todo es izquierda. Social demócratas, progresistas, nacionalistas, liberal demócratas, socialistas demócratas, estalinistas, trotskistas, anarquistas. Ellos no tienen la comprensión del amplio panorama que implica ser de izquierda, y mezclan la tradición de izquierda europea, con la tradición gringa [estadounidense]», observa el analista, y añade que en la visión de «Bolsonaro y sus ‘asseclas’, todo lo que se mueve, son opositores». Finalmente, el Dr. Bruno Lima Rocha explica que Brasil era un país de desarrollo científico y Bolsonaro ha enterrado su tradición cientificista. «Estamos hablando de un país que tenía casi autonomía completa para la producción de medicamentos, y hoy por hoy incluso tiene que importar productos químicos básicos», lamenta.
Conflicto China-India: la sabiduría de rechazar ‘mediación’ de EEUU

China e India, por muy tensas que sean sus relaciones, tuvieron la suficiente sabiduría como para rechazar el ofrecimiento de EEUU de mediar en su última escalada fronteriza, que dada la gran movilización de tropas que hicieron ambas potencias, generó el temor de que estallara una guerra. De lo contrario, el peligro quizás habría sido inminente. Eso es lo que se desprende de la entrevista concedida a Radio Sputnik por la especialista en asuntos asiáticos Diana Andrea Gómez Díaz, doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. La también profesora del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia indicó que una eventual intermediación norteamericana constituiría, en la práctica, ponerse del lado de India «para hacerle todavía mayor contrapeso a China», algo que sería cruzar líneas rojas de este último país. «Obviamente, para EEUU es importante marcar esa distancia aún mayor con China a partir de su cercanía con India», señaló la experta, quien al mismo tiempo subrauó que tanto Nueva Delhi como Pekín se dan cuenta del «riesgo enorme» que supondría «dejar hacer todavía más tensa la situación actual entre las dos potencias en esa región». «En este sentido, prefieren dejar el asunto realmente de mucho más bajo perfil. Por esas mismas razones es tan difícil tener información certera de qué es lo que está sucediendo en la frontera entre India y China, dado que no hay mayor acceso a ese lugar, tampoco a la prensa, y eso da a entender también que es una cuestión que prefieren manejar de manera bastante discreta», apuntó. Algo que no quita, no obstante, que «desde el punto de vista militar», ambas naciones —que vienen constituyéndose cada vez más como potencias con «un peso enorme en el orden mundial»— tengan «el interés de tener una actitud bastante más desafiante». «Yo creo que es más una cuestión de afianzarse en su propio poder y mostrarle al otro su capacidad, sin que eso signifique que lleguen a hechos mayores», recalcó. De acuerdo a la estudiosa, para entender la raíz de las crecientes tensiones indo-chinas, hay que tener en cuenta que son «dos potencias en ascenso con la mayor proyección para los próximos años comparativamente con el resto de potencias en el mundo» desde distintos puntos de vista, entre ellos en lo económico, o inclusive en lo militar, entrando «en un proceso de desafiarse la una a la otra en el marco de esta carrera». Una carrera en la que sus «proyectos globalizadores» entran en conflicto entre sí debido a que, por ejemplo, a China le interesa tener «un papel de liderazgo» en el océano Índico en el marco de su estrategia para «afianzar rutas marítimas que faciliten y aseguren el comercio, y particularmente la seguridad energética». Algo que no agrada en absoluto a India, puesto que se trata de una zona de su «histórico liderazgo». Con todo eso, Diana Andrea Gómez Díaz constató «el giro del poder político y económico y con un gran peso cultural del Atlántico hacia el Pacífico». «Asia definitivamente termina siendo el centro —por lo menos en las próximas décadas— de lo que va a suceder desde el punto de vista de los poderes políticos, económicos, y a nivel de la cultura también», concluyó.
Caso Floyd en campaña presidencial de EEUU «demuestra la bajeza de aquellos que apelan a liderazgos que no tienen»

En EEUU La campaña rumbo a las presidenciales del próximo 3 de noviembre ha pasado a un nuevo estadio. Con pocas horas de diferencia, el ex vice presidente Joe Biden se ha convertido oficialmente, y tras un mero trámite, en el candidato por los demócratas, mientras el mandatario, Donald Trump, ha levantado el toque de queda en Washington. Días de trámites Tras unas primarias en filas demócratas en las que lo único que faltó fue ponerle la alfombra roja, literalmente hablando, Joe Biden para darle vía libre en su carrera hacia la Casa Blanca, como si hubiera sido una batalla reñida hasta el final sin concesiones, el ex vicepresidente lanzó palabras magnánimas. «Fue un honor competir junto a uno de los grupos de candidatos más talentosos que haya presentado el Partido Demócrata. Decir que participaremos en estas elecciones generales con un partido unido». No hace falta abundar en detalles sobre cuántos y en qué circunstancias, sus adversarios internos quedaron al costado del camino, el último de ellos, Bernie Sanders, otra vez relegado definitivamente el pasado mes de abril. Tampoco hace falta recordar que ‘Sleepy Biden’ como le llama Trump, comenzó esa lucha interna muy mal posicionado respecto a sus contrincantes, envuelto en escándalos relacionados con Ucrania que datan de sus épocas de correrías en la Casa Blanca junto a Obama. Y por si alguien dudaba de la conexión de sus palabras con sus acciones, decidió visitar a la familia del recientemente fallecido George Floyd a manos de policías para iniciar su campaña. Algo que huele a demagogia para Eduardo Luis Moggia, profesor de la Universidad de Mar del Plata y de la Universidad Buenos Aires, y Consultor en Relaciones Internacionales. «Por más conflictos que tenga EEUU, las perspectivas siguen dando que Donald Trump va a ganar las elecciones», constata el analista. Moggia señala que Biden tiene muchas cosas en contra. «Primero, que no llega al porcentaje para ganar una elección; segundo, hay cierta hegemonía demagógica en explotar el caso de Floyd; y tercero, las confusas declaraciones que hace Biden sobre el conflicto de Crimea mirando para Rusia, cosa que a mi me parece muy demagógico y también fuera de contexto. Y diríamos, de alguna forma, ridículo». ¿Demagogia al galope? Trepado en la peligrosa ola del oportunismo respecto al caso Floyd Biden utilizó un breve discurso para hurgar en la herida: «Somos un país con una herida abierta. Ninguno de nosotros puede dar la espalda. […] Este es el momento de un liderazgo real». Entonces Obama se mostró como escudero de Biden y su estrategia. En un discurso de apertura «Dear Class of 2020», dijo que las protestas en todo el país tras la muerte de hombres y mujeres negros desarmados, incluido George Floyd, se vieron alimentadas por «décadas de angustia, frustración, sobre el trato desigual y la falta de realizar prácticas policiales». Incluso días antes había declarado que estas marchas han sido «una oportunidad increíble para que mucha gente despierte» ante las desigualdades que afectan a muchos negros y latinos en el país. «Es muy importante para nosotros aprovechar el impulso que se ha creado como sociedad, como país, y decir ‘usemos esto’ para finalmente lograr un impacto», dijo Obama, para quien este movimiento refleja un «cambio de mentalidad» inédito en la historia del país. Biden y Obama vierten estos conceptos sueltos de cuerpo como si fueran simples activistas de toda la vida que nunca han pisado la Casa Blanca. La preguntas surgen solas: ¿cómo es posible que Biden hable de «momento de liderazgo real» y Obama hable de «una oportunidad increíble para que mucha gente despierte» y de «usar esto para logar un impacto»? ¿Qué hacían ellos entonces cuando eran presidente y vicepresidente y había tantas o más muertes que ahora de afroamericanos a manos de policías? ¿Entonces no era el momento de despertar, o de un liderazgo real, de dos personas que estuvieron casi una década en la Casa Blanca y no hicieron nada al respecto? Moggia se muestra contundente al respecto. «Yo creo que hay un uso muy demagógico sobre la muerte de Floyd que evidentemente lo están usando políticamente muy mal y demuestra la bajeza de aquellos que apelan a liderazgos que no tienen». «Tanto Biden como Obama no pueden liderar nada, porque su tiempo político, les guste o no, ha pasado», sentencia Moggia.
EEUU aprieta la soga en el cuello de Cuba

En medio de la pandemia, EEUU asestó un nuevo golpe a la economía cubana. El Departamento de Estado norteamericano sumó a su lista negra a siete nuevas entidades de la isla, una acción dirigida a asfixiar las remesas que llegan al país y enterrar su industria turística. La medida sanciona a la institución financiera cubana Fincimex, ruta usada por los emigrados para enviar dinero a sus familiares desde EEUU, así como a tres hoteles, dos centros internacionales de buceo, y un delfinario. La reacción de las autoridades cubanas fue tajante. «El Gobierno imperial aplica nuevas sanciones que afectan al pueblo cubano, mientras que el pueblo norteamericano es duramente azotado por la pandemia y la escalada racista. Qué Gobierno tan inmoral, prepotente y perverso. Aquí no se rinde nadie», expresó el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel. La Cancillería venezolana, a su vez, acusó a Washington de una «obsesión anacrónica» hacia La Habana, algo en lo que coincidió el exagente de la Seguridad del Estado cubano Percy Francisco Alvarado Godoy, quien en conversación con Radio Sputnik constató que «EEUU, en medio de la crisis global por la pandemia del coronavirus, ha fortalecido sus medidas hegemónicas contra América Latina». Señaló que el ‘deep state’ estadounidense, «capitaneado por los sectores de ultraderecha en el Congreso y las agencias de inteligencia norteamericanas, incluidas las del Pentágono», está tratando de «propiciar el añorado sueño de derribar al Gobierno de Maduro, al Gobierno de Daniel Ortega, y de destruir a la Revolución cubana». «No han tenido el menor reparo en implementar estas acciones de fuerza sabiendo que estas naciones se encuentran enfrentándose a dicha pandemia», subrayó. Según el también analista político, periodista y escritor, el atentado contra la Embajada de Cuba en Washington, perpetrado el pasado 30 de abril, no es ninguna casualidad en este contexto, como tampoco lo es el silencio que mantienen la Casa Blanca y el Departamento de Estado respecto al ataque con arma de fuego a manos del individuo que disparó repetidas veces contra la sede diplomática de la nación caribeña. Se mostró convencido de que se trata de «una operación oscura, una operación negra propiciada y estimulada por algunas agencias de inteligencia de EEUU y grupos remanentes del terrorismo anticubano». «Una investigación sacaría a la luz cómo muchos de estos terroristas, que viven en EEUU y son a fin de cuentas sufragados por estas agencias, estarían implicados en estos hechos», manifestó, al apuntar que «actores que participaron en acciones terroristas en la década de 1990 están todavía activos». Finalmente, Percy Francisco Alvarado Godoy arremetió contra la creciente actividad militar estadounidense en su ‘patio trasero’, denunciando que constituye «un inminente peligro para la paz» regional.
Empresas europeas, ¿indefensas ante sanciones de EEUU?

El mecanismo de defensa de empresas europeas ante sanciones de EEUU tiene una seria deficiencia. Eso es lo que pusieron de relieve los expertos consultados por Radio Sputnik con ocasión de la amenaza norteamericana de imponer sanciones «devastadoras» a la española Repsol, entre otras petroleras comunitarias, por sus negocios con Venezuela.
«EEUU es el Estado y el régimen que más viola las democracias, la libertad y los DDHH»

El Parlamento de China aprobó el proyecto de ley de seguridad nacional de Hong Kong, región que lleva meses con sus calles convulsionadas a causa de una ley de extradición que al final quedó sin efecto. Esta nueva situación ha puesto sumamente nervioso a EEUU, que promete continuar interfiriendo en los asuntos internos del gigante asiático. China manda a callar a EEUU Calladito estás más guapo. Es lo que más o menos vino a decirle China a EEUU. Así lo deja saber la reacción oficial del Ministerio de Exteriores del gigante asiático que en un comunicado, entre otras cosas sentencia que «Si EEUU se mantiene en sus trece, se enfrentará sin falta a una respuesta de los 1.400 millones de chinos y unas contramedidas decididas». En el documento Pekín insta a la Casa Blanca a dejar de interferir en sus asuntos internos y a respetar el derecho internacional, al incidir que Washington busca utilizar a Hong Kong como plataforma para ejecutar actividades separatistas y subversivas en sus territorios. «Todos los asuntos de Hong Kong se refieren a los asuntos internos de China», remacha el comunicado. Si ya con el hecho de aprobar su ley de seguridad nacional, China ya ponía nervioso a EEUU –como si el país norteamericano no la tuviera–, lo que más desquició a quienes hacen vida en el 1600 de la avenida Pennsylvania fue que la propia jefa de la administración de Hong Kong, Carrie Lam, junto a los altos funcionarios, manifestaran su satisfacción por la aprobación de dicha ley. Totalmente aturdido, el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, declaró que «Hong Kong no continúa garantizando el tratamiento bajo las leyes de los EEUU de la misma manera que las leyes estadounidenses se aplicaron a Hong Kong antes de julio de 1997» y exigió al departamento que dirige que evalúe la autonomía de ese territorio chino. El analista internacional Carlos Martínez observa que las medidas extraterritoriales, como pueden ser las sanciones, «que toma el régimen de Donald Trump, no son medidas conforme al derecho internacional, son tomadas unilateralmente y son leyes internas de EEUU que se ejecutan extraterritorialmente en cualquier parte del mundo». «De forma nos encontramos con EEUU que teóricamente interviene, causa guerras, provoca, impone este tipo de mal llamadas sanciones en cualquier parte del mundo en nombre de la democracia y los derechos humanos, pero evidentemente el Estado y el régimen que más los viola es EEUU precisamente. Porque ninguno de quienes no somos ciudadanos de EEUU lo hemos votado [a su presidente], y sin embargo a lo que aspira cualquier presidente de EEUU es a gobernar todo el mundo», subraya el analista. Japón también se inquieta Pero EEUU no es el único país que se estremece y se inquieta con esta nueva normativa interna de China. El Ministerio de Exteriores de Japón lanzó un comunicado: «Abogamos consecuentemente por el respaldo al sistema libre y abierto de Hong Kong y consideramos que es importante su desarrollo estable y democrático bajo el principio de un país, dos sistemas». Una preocupación vana la de Tokio. Por un lado, por tratarse de una ley interna de un país extranjero soberano, y por otro, porque Pekín ya había dejado claro que mantendrá el alto nivel de autonomía de ese territorio, cumpliendo el principio de ‘un país, dos sistemas’. No conforme con esta tergiversación de la realidad, en un intento, no se sabe muy bien si de advertencia o de amenaza, Japón avisó a China que seguirá de cerca la situación en Hong Kong y que coordinará con otros países una reacción apropiada. «A mí me produce mucha vergüenza ajena [esta declaración de Japón], porque parece ser que la historia no vale para nada, ni hemos aprendido nada. Si hay un país que debería callarse en lo relativo a cualquier cuestión interna china, ese país debería ser Japón. Durante la Segunda Guerra Mundial, incluso antes, Japón tuvo una historia de intervención en China y de genocidio contra ciudadanos chinos que debería al menos respetarse. Yo creo que de esta forma Japón quiere hacer borrón y cuenta nueva y volver a sus sueños imperiales», sentencia Carlos Martínez.