¿Quién tiene la culpa?

En esta edición de nuestro programa hablaremos del crimen y el castigo con motivo de la pandemia del coronavirus que ya ha afectado a más de un millón de personas por todo el mundo. Y también inevitablemente hablaremos de los «culpables» siguiendo y analizando las acusaciones cruzadas que cada vez son más frecuentes en los medios de comunicación. Francamente, da la impresión de que para muchos líderes políticos en varios países encontrar al principal culpable de la propagación imparable del coronavirus se ha convertido en una razón de ser… Estados Unidos y China que están viviendo un tenso período en relaciones bilaterales recientemente cruzaron las acusaciones por el tema de la pandemia. Mientras Donald Trump acusó a China de esconder el brote del coronavirus en los primeros momentos, China sospechó que los militares estadounidenses llevaron el coronavirus a Wuhan. Hay que reconocer que las tensiones entre Washington y Beijing van más allá de este intercambio de acusaciones. A mediados de marzo, los corresponsales estadounidenses en China para diarios como el New York Times, Washington Post y Wall Street Journal recibieron una notificación con un plazo límite de diez días para entregar sus pases de prensa, lo cual equivale a una expulsión. Según la diplomacia china, se trata de una respuesta ante la «escandalosa» decisión de Washington por reducir drásticamente la cantidad de chinos autorizados a trabajar para cinco medios de Bejing en Estados Unidos. «Virus chino» y expulsiones de periodistas: tensiones entre Washington y Beijing, titula a una de sus crónicas el canal France 24. Es más que evidente que iniciar una guerra de expulsiones de periodistas en tiempos de pandemia es una idea suicida, más aun sabiendo que una expulsión de periodistas chinos de EEUU tendrá una respuesta inevitable cuyas consecuencias serán aun peor cuando toda la información que llegaba y llega desde China a través de los medios internacionales es vital. El propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tendría que saberlo mejor que nadie dadas las acusaciones que hace circular contra las autoridades chinas de que escondieron el brote de coronavirus en los primeros momentos y no informaron de las verdaderas dimensiones de la epidemia, así como del riesgo que representaba para todo el mundo. «Donald Trump acusa a China de esconder el brote de coronavirus en los primeros momentos», titula el canal español Antena3. Una versión parecida defienden ahora los servicios especiales estadounidenses diciendo que China tiene la mayor culpa de la actual pandemia del coronavirus en contra de lo que pretenden decirnos las autoridades chinas. Para el presidente estadounidense, Donald Trump, esa versión le viene como un balón de oxígeno en la durísima situación actual con el coronavirus en Estados Unidos. Le permite apuntar a un culpable y distraer un poco la atención de sus propios fallos. Sin embargo, al parecer los chinos para nada están dispuestos a compartirla. Su versión es que EEUU pudo haber sido el culpable principal de la llega del coronavirus a China. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, señaló a mediados de marzo que el Ejército de Estados Unidos pudo haber llevado el coronavirus a la ciudad de Wuhan, donde surgió el brote que ha infectado a más de un millón de personas en el mundo. «China sospecha que el ejército de EUA llevó el coronavirus a Wuhan», titula NotimexTV. Esta versión tampoco ayuda a conseguir lo principal en la situación actual: esclarecer la verdad. Pero también es cierto que permite perfectamente distraer la atención de los problemas reales y crear un debate en los medios y en redes sociales sobre posibles conspiraciones que sirve de una perfecta cortina de humo… Y la verdad es que ofrecer semejantes opciones a las redes sociales definitivamente no es recomendable. No faltan ejemplos para demostrar que la gente que está agotada y decepcionada con las nuevas «condiciones de vida» está dispuesta a creer en «noticias» cada vez más factásticas. «Declaración falsa: Putin suelta leones por las calles de Rusia para imponer cuarentena por coronavirus», titula a una de sus crónicas la agencia Reuters. Si hay gente capaz de creer que Putin efectivamente suelta leones para garantizar el confinamiento podría creer en cualquier versión más absurda en cualquier tontería. Semejantes noticias falsas y búsqueda diaria de los «culpables de la pandemia» en los medios no hacen más que confundir al público. Mientras tanto, al parecer, existe una respuesta muy precisa a la pregunta de ¿quién tiene la culpa? si realmente uno quiere tenerla. En 2019 un comité de expertos entregó a la ONU un análisis sobre el riesgo de una emergencia sanitaria global y qué hay que hacer para prevenirla. La junta que ha elaborado este informe estaba compuesta por 15 miembros entre los que hay técnicos, políticos y altos representantes de diferentes organismos, como la Fundación Gates, Wellcome Trust o Unicef. ¿Saben cuál era la mayor amenaza? Una gripe masiva y mortal. Hemos encontrado un artículo publicado en El País a principios de octubre del año pasado titulado: «El mundo tiene que prepararse para la próxima gran pandemia letal». Repito que parece increíble leerlo ahora. Más aun, cuando las previsiones sobre posibles víctimas mortales del coronavirus en el peor de los casos casi coinciden con lo que decían los expertos hace un año. «Durante mucho tiempo hemos permitido que se suceda un ciclo de pánico y abandono: prodigamos los esfuerzos cuando surge una amenaza grave y nos olvidamos rápidamente cuando remite», rezaba el documento entregado a la ONU. Y aquí vamos a citar algunos de los objetivos concretos que determinaron los autores del informe sobre preparación mundial para emergencias sanitarias: Elaborar un plan de seguridad sanitaria, determinar los recursos y nombrar a un coordinador de alto nivel para aplicar estas medidas. La OMS y el Banco Mundial, en colaboración con los países, tienen que elaborar y aplicar intervenciones prioritarias que puedan financiarse en los ciclos presupuestarios actuales. Los donantes y los países deben establecer plazos para la financiación y desarrollo de una vacuna universal contra la gripe y
La «ocupación» de Italia

En esta edición de nuestro programa hablaremos de nuevo de la actitud de los medios de comunicación ante la crisis provocada por la pandemia del coronavirus. Para muchos de nuestros colegas de los medios internacionales las últimas semanas se han convertido en una verdadera prueba de fuego, una experiencia inaudita… Y esa expresión no solo se refiere a los periodistas, sino también a muchas otras profesiones. Un amigo español ha contado que en Madrid cada mañana a las 9.00 la gente que está confinada en su casas sale a los balcones para dar unos minutos de aplausos a los que siguen trabajando en condiciones tan difíciles y precarias: a los médicos, enfermeras, policías… Últimamente, por todo el mundo estamos viendo unas muestras de solidaridad por un lado sin precedentes, pero por el otro lado muy naturales. Eso ocurre tanto a nivel de personas o profesionales, como cada vez más a nivel de Gobiernos. Por ejemplo, Rusia ha enviado una misión para ayudar a Italia, la nación europea hasta el momento más afectada por la pandemia del coronavirus, cuenta la edición en español de Euronews. Esa misión de los médicos especializados en virología y epidemiología es sumamente importante no solo como una muestra de solidaridad, sino más aún como una oportunidad de intercambiar experiencias en vistas de la progresiva propagación del coronavirus por todo el mundo. Es importante también destacar que Rusia no es el único país que está ayudando a los europeos en su lucha contra la pandemia. «Italia recibe también ayuda de Cuba y China para enfrentar al Coronavirus», titula a una de sus crónicas el canal de televisión Meganoticias. Es sorprendente que los medios internacionales apenas presten atención a la presencia de especialistas extranjeros. Se entiende perfectamente que la principal noticia y preocupación para la totalidad de los medios internacionales es el número de nuevos infectados y el de las muertes diarias. No obstante, la cooperación internacional tendría que ser uno de los temas clave en la situación actual ya que está claro que ningún país será capaz de aislarse y de solucionar el problema por su propia cuenta. Desde este enfoque parece increíble la actitud de algunos medios ante la llegada de los médicos militares rusos a Italia. Mientras los aviones II-76 trasladan a Roma equipo humano, equipamiento médico y aerosol desinfectante para limpiar tanto vehículos como las propias calles, algunos de nuestros colegas sostienen que se trata de una «ocupación de Italia por los militares rusos». Más aún, informan a su público que el material sanitario que Rusia ha enviado a Italia para apoyar su lucha contra el coronavirus y que el Kremlin ha anunciado a bombo y platillo es «inútil». Mientras algunos medios prestan especial atención a cooperación internacional contra la pandemia y las muestras de solidaridad a nivel interestatal, otros parece que están buscando caballos de Troya y advierten de riesgos colaterales de las misiones de ayuda. Por ejemplo, algunos medios europeos calificaron la llegada de la ayuda rusa a Italia como una «ocupación» militar, así como afirmaron que el 80% del material sanitario que envía Rusia es inútil. El reputado diario nacional italiano La Stampa se ha convertido en el portavoz de semejante percepción de la misión rusa. Por cierto, la «revelación» de La Stampa ha tenido bastante repercusión. Miles de lectores en redes sociales se apresuraron a condenar «la ocupación rusa de Italia». Algunos incluso sostienen que el único interés del Kremlin es «meter más agentes» a Europa. Las teorías de conspiración rusa no desaparecen de los medios occidentales ni siquiera en los tiempos apocalípticos. «Italia recela de la ayuda de Rusia por incluir presencia militar y material sanitario ‘inútil’», titula a una de sus crónicas la página web theobjective.com. Más bien, es inútil el periodista que compra semejantes versiones y las repite. Porque, tal y como hemos dicho antes, está claro que semejantes misiones como la de Rusia, Cuba o China en Italia tienen enorme importancia no solo desde el punto de vista de solidaridad, sino también desde el punto de vista médico o científico. Porque cuando los especialistas comparten sus experiencias están ganando el tiempo a la enfermedad. Y ganando el tiempo están salvando vidas… También es evidente que semejante misión es sumamente útil no solo para los italianos, sino también para Rusia que por el momento tiene menos experiencia en la lucha contera el coronavirus. En toda esta historia del coronavirus hay muchas preguntas a los medios, como también y a las autoridades que censuran a los medios. Varios medios europeos informaron esta semana de una investigación de Reporteros Sin Fronteras que sostiene que los medios chinos podrían haber informado mucho antes sobre la gravedad de la epidemia si «Pekín garantizara la libertad de prensa»… «Reporteros Sin Fronteras rastrea cómo la censura china contribuyó a expandir el coronavirus», titula El País. Es verdad que el papel de los medios es crucial en semejantes situaciones de crisis. Pero si es cierto lo que dice Reporteros Sin Fronteras efectivamente la culpa de China y de sus medios de comunicación en la propagación del coronavirus por todo el mundo es mucho más visible… Ya no podemos hablar solo de una fuerza mayor y de procesos incontrolables. Sino de un encubrimiento de una información vital con consecuencias muy graves. Según esta ONG, la falta de garantías del secreto profesional del periodista, según el cual los informadores tienen el derecho a no revelar quiénes son sus fuentes, provocó que algunos médicos que conocían la existencia del brote epidémico de neumonía no alertaran a los medios de comunicación para evitar exponerse a «sanciones severas que van desde una reprimenda profesional hasta penas de prisión». Los Medicos Sin Fronteras informan que fueron represaliados con el cierre de su laboratorio, los investigadores que filtraron en plataformas de código abierto información sobre la secuencia del virus. El diario español El País escribe que esto ocurrió el 11 de enero, pero «el equipo del profesor Zhang Yongzhen, en el Centro Clínico de Salud Pública de Shanghái», ya había
El rey de la desinformación

En esta edición de nuestro programa no tenemos más remedio que seguir hablando de las guerras mediáticas desencadenadas por la pandemia del coronavirus. Mientras los médicos están buscando remedios contra la enfermedad que ha puesto el mundo patas arriba, los medios siguen buscando enemigos y culpables. En nuestra edición anterior ya hemos citado unas declaraciones del presidente ruso, Vladímir Putin, en las que tuvo que desmentir acusaciones contra Rusia de que está difundiendo noticias falsas para sembrar pánico en Europa y EEUU aprovechando la propagación del coronavirus. Hay que decir muchos en Occidente han quedado muy decepcionados, por decir algo, con la aprobación por las autoridades rusas de la llamada «reforma constitucional» que abre camino al actual presidente a ser reelegido como mínimo en dos ocasiones más. Para estar en el poder como mínimo hasta 2036… Con lo cual no hay que sorprenderse de que muchos críticos tradicionales de Putin se vieron obligados a expresarse al respecto y llamar atención a la figura del presidente ruso. Para la analista política internacional Frida Ghitis, tal y como la presenta la edición en español de la CNN, Putin es y seguirá siendo la principal amenaza y el principal adversario de las democracias occidentales en los próximos años. «¿Debilita Putin la imagen de la democracia estadounidense?», se preguntan nuestros colegas de la CNN. Resumiéndolo se puede decir que la analista política Frida Ghitis, entrevistada por la CNN, sostiene que el presidente ruso, Vladimir Putin, busca que los estadounidenses disminuyan su confianza en los procesos democráticos. Según Ghitis, Putin lo hace por dos razones fundamentales. La primera es que el presidente quiete mostrar a los rusos las falencias de la democracia para que no crean en ese modelo político. Y la segunda es que busca ocasionar un caos en EEUU. «Quiere que no haya confianza en las instituciones. Que Estados Unidos se debilite por dentro», afirma Ghitis. Sería curioso saber si realmente la señora Ghitis considera que un Putin imaginario puede conseguir este objetivo por su cuenta, es decir, sin que EEUU se debilite por dentro por razones ajenas a injerencias extranjeras. Es poco probable que sea fácil o factible conseguirlo. Con lo cual el tema de las injerencias rusas se convierte en un tema sin fecha de caducidad. Más aún, con el coronavirus como el tema principal de las últimas semanas. Alerta de la UE: «Campaña masiva de noticias falsas rusas para entorpecer la lucha contra el COVID-19», titula esta semana el diario español La Razón. «Generar pánico y sembrar desconfianza», esa expresión provoca deja vu. Es lo mismo que decía la analista política internacional Frida Ghitis a la CNN, pero en esta ocasión esas palabras se refieren a la situación generada por la pandemia del coronavirus. Es alucinante cómo un diario europeo dice lo mismo con las mismas expresiones, como si tuvieran un libro de estilo universal para el caso de Rusia… Además, llama la atención que esta «campaña masiva», según Bruselas, en dos meses ha producido solo 80 «casos de desinformación». Más aun, cuando no tenemos una lista completa que los enumere. Y en lo que se refiere a la información de que los médicos italianos deben elegir a quién salvar y a quién no, está presente en redes sociales rusas. Por un lado no se entiende cómo puede provocar pánico entre los italianos si sale en ruso y por el otro lado parece que se trata de una situación real cuando un médico tiene que elegir porque no hay tantos aparatos como enfermos. Sin embargo, ya tenemos otra noticia sobre injerencia rusa que esta vez podría tener consecuencias muy graves si creemos en lo que dicen los medios. Efectivamente están circulando por redes sociales muchas informaciones sobre el tema del coronavirus y muchos de ellas son falsas o no corresponden a la realidad. Pero no es suficiente como para acusar a un país o a su Gobierno de campañas intencionadas de desinformación en tiempos tan críticos… No obstante, Bruselas señala directamente al Kremlin y medios próximos diciendo en el informe que tratan de desestabilizar la UE aprovechando el coronavirus. Mientras tanto, a juzgar por lo que estamos viendo en los medios internacionales, Rusia podría acusar a Occidente, a la Unión Europea, precisamente de lo mismo: de una guerra informativa en tiempos del coronavirus. «El enigma de Rusia con el coronavirus: ¿15.000 infectados ocultos?», titula el diario Economiadigital.es. El artículo especula, y no es el primer caso, que en Rusia hay como mínimo 15.000 infectados y que las autoridades lo están ocultando. Lo que hace más ilusión es el perfil de la experta que habla de posible número de infectados. Mira Milosevic, investigadora principal del Real Instituto Elcano, especialista en la política internacional. Milosevic afirma en serio que tiene dudas sobre la transparencia del Kremlin. Y la razón principal es que las medidas restrictivas no concuerdan con las cifras de los afectados. Más aun, no duda en dar por hecho de que «es una nueva oportunidad para Rusia» en su presunta guerra de información contra Occidente. Es preciso volver a la persona de la «experta» citada por nuestros colegas. Se trata de la misma Mira Milosevic que en 2017 «descubría» con ardor «a guerra de la información de Rusia en Cataluña». En un análisis del mismo Real Instituto Elcano Milosevic afirmaba que «la exitosa combinación de varios instrumentos de la guerra de la información» en caso de Cataluña «ha hecho necesario el apoyo del Gobierno del régimen autocrático», así como de las agencias de inteligencia, «que definen las principales debilidades y problemas internos de un país», y de ciberinteligencia. Esa mención del «régimen autocrático» provoca también una sensación de deja vu. Y no en vano, porque precisamente la misma expresión utiliza en su entrevista a la CNN la analista política internacional Frida Ghitis, a la que ya hemos citado antes. Esa expresión del «régimen autocrático» ruso no es un invento de medios europeos, sino viene del otro lado del Oceano Atlántico. ¿Es Putin un autócrata?, se pregunta la edición en
Pandemia de noticias falsas

En esta edición de nuestro programa hablaremos de la pandemia del coronavirus y de otra pandemia paralela, la de noticias falsas relacionadas con el tema. Esta semana varios medios internacionales estaban dando no solo las últimas noticias sobre la propagación del coronavirus, sino también sobre la otra epidemia que en algunas ocasiones puede incluso causar más daño. En la época de «fake news» en la que estamos viviendo, las informaciones que están circulando por redes sociales y por algunos medios de comunicación son una verdadera amenaza a la seguridad nacional advierten algunos de nuestros colegas. Incluso en Rusia donde el número de los casos oficialmente registrados todavía no ha llegado a un centenar se ha notado el efecto negativo de las campañas de desinformación que sostienen que las autoridades ocultan las cifras reales de los infectados. El presidente ruso, Vladímir Putin, intervino para desmentirlo, así como para denunciar que Rusia está siendo víctima de una guerra de información cuyo objetivo es sembrar pánico entre la población. Putin aseguró que las noticias que se están difundiendo sobre el coronavirus en el territorio ruso son falsas. El mandatario afirmó que estas acciones solo quieren propagar el pánico y que no existen situaciones críticas en Rusia. «Putin denuncia las noticias falsas sobre el coronavirus», titula a una de sus crónicas la edición en español de la CNN. Es curioso, pero al mismo tiempo EEUU se queja a su vez de que Rusia se aprovecha del miedo al coronavirus para propagar noticias falsas. ¿Se aprovecha Rusia del miedo al coronavirus con noticias falsas y teorías de la conspiración?, se pregunta la CNN. Esa cadena cuenta en uno de sus reportajes que un alto funcionario del Departamento de Estado de EEUU denunció que Rusia estaría propagando falsas teorías conspirativas sobre el coronavirus a través de las redes sociales. Mientras tanto, en esta ocasión no se trata de un problema entre EEUU y Rusia, es un problema global. En los últimos días, audios anónimos, capturas de pantalla reenviadas y fotos y videos sin origen inundaron grupos de Whatsapp poniendo en alerta y desconfianza a la población por todo el mundo. No lo dice la radio ni el diario, lo dice, muchas veces, esa fuente de confianza intuida como confiable: un amigo, un conocedor, un familiar, mensajeros cuya veracidad no decepciona. «Noticias falsas en tiempos de coronavirus: desde curas mágicas hasta ‘cortinas de humo’», titula a una de sus crónicas Caracol TV. Se trata de un buen consejo, pero no es fácil aprovecharlo en tiempos de noticias falsas. Este terreno propicio para propagar mentiras es abonado por dos factores que desvían preocupaciones inherentes a la realidad local: la realidad de los medios porteños, tan distante del interior profundo, y el peligroso sentido común, ese germen alimentado por suposiciones previas y prejuicios. Somos testigos de una verdadera pandemia de noticias falsas relacionada con el tema del coronavirus por todo el mundo. Un buen ejemplo en este sentido es América Latina, donde personajes dudosos están dando consejos al público de cómo combatir el coronavirus. Y no solo utilizan a personajes dudosos… Los autores de noticias falsas no dudan en «citar» a algunos renombrados médicos internacionalmente conocidos para crear noticias falsas. A una reputada infectóloga argentina incluso le robaron su identidad para difundir recomendaciones dudosas sobre medidas de prevención contra el coronavirus. «CORONAVIRUS Y FAKE NEWS/Una noticia falsa involucró a una prestigiosa infectóloga: se denunció», titula a una de sus crónicas la cadena Todo Noticias. A primera vista perece que se trata de una información difícil de creer. Porque algunos de los consejos publicados en nombre de la infectóloga son totalmente absurdos. Pero lo compartieron en el grupo de Whatsapp de padres, en el del trabajo, en el de amigos. Si ellos lo dicen, por más que abunden las marcas de «reenviado», lo convierten en un terreno estéril para la duda. La especialista sostuvo que la circulación de semejante información errónea constituye una afrenta a la salud pública y destacó la importancia de trabajar en la prevención del COVID-19 con información útil para que la comunidad incorpore hábitos y así disminuir la transmisión. Es muy importante y sintomático que esa médica destaque la impotencia de las autoridades y de los medios ante la avalancha de noticias falsas relacionadas con el coronavirus. Dice que es un atentado a la salud pública y que no se puede dejar pasar, pero no dice cómo. Evidentemente, al igual que con el coronavirus con las noticias falsas la prevención es todo. Porque el principal problema es que incluso si los medios oficiales desmienten una información incorrecta, casi nunca se puede alcanzar a toda la población que fue blanco del inicial mensaje viral. La realidad es que en muchas ocasiones la población está más dispuesta a comprar noticias increíbles y poco fiables que confiar en lo que dicen los medios oficiales. La cadena peruana ATV que se pregunta: ¿Cómo detectar noticias falsas sobre el coronavirus? Según Iván Cock, experto en comunicaciones, la desinformación ha generado pánico entre las personas a nivel mundial. El experto señaló que los que se dedican a crear información falsa son verdaderos profesionales, por lo que brindó una serie de recomendaciones para chequear los datos y verificar si son verdaderos. Pero la verdad es que desgraciadamente no convencen en una situación como la que tenemos con el coronavirus. O peor, no funcionan. Porque el público en muchas ocasiones cree más en lo que dicen las redes sociales que los medios de comunicación oficiales o bien tradicionales. Mientras tanto, el rol de los medios en el sentido tradicional de esta palabra es esencial en la difusión de las medidas de prevención contra el coronavirus. Pero parece que no están preparados para esa guerra contra noticias falsas porque el público actualmente, en tiempos de crisis, no los ve como una alternativa fiable a las redes sociales. Ese fenómeno tiene varias razones. Y una de las principales es que están pagando ahora el precio de numerosas guerras de información anteriores en las que claramente
Fuera de juego

En esta edición de nuestro programa hablaremos de cómo los medios internacionales cubren la última crisis en Oriente Medio que esta semana ha puesto a Turquía y Siria al borde de una guerra abierta. Parece que por el momento esa guerra se ha evitado gracias al encuentro en Moscú entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, celebrado este jueves. Varios medios europeos destacaron en sus crónicas publicadas en la víspera de la visita de Erdogan a Rusia que el presidente turco viene a Moscú más solo como nunca: sin apoyo de la OTAN, ni tampoco de la Unión Europea. Semejante situación le ha dejado totalmente en manos del líder ruso, consideran algunos de nuestros colegas occidentales. «Turquía y Siria se acercan a una guerra abierta que Rusia intenta evitar», tituló en la víspera de la cumbre Putin-Erdogan el diario español La Vanguardia. Si lo entendemos a pie de la letra deberíamos decir «pobre Erdogan»: todos sus aliados occidentales le han dejado a solas con Putin. Pero la realidad parece totalmente diferente. Mientras Putin realmente ha apostado en el legítimo Gobierno de Asad lo que asegura una larga y fructífera presencia en Oriente Medio, el artificial «aislamiento» o «alejamiento» de Turquía de su tradicionales aliados de la OTAN y de la UE ha ido debilitando las posiciones de la Alianza y de Bruselas en la región. Parece evidente que las pérdidas sufridas por la OTAN y la UE a causa de algo tensas relaciones con Erdogán son más penosas y palpables en comparación con la «débil posición de Erdogan». Diría que la «muy débil posición» de Erdogan refleja la muy débil posición de Occidente en Oriente Medio y es resultado de la política occidental en la región de los últimos años. Rusia ha reiterado su posición al respecto en varias ocasiones y esa posición favorece poco a los planes de Truquía, según consta una crónica de la corresponsal de Telesur en Moscú. Desde este enfoque no es de extrañar que Erdogan viaje a Moscú para buscar una posible solución a la crisis con Siria y que Occidente siga con lupa sus negociaciones en el Kremlin. Hay que reconocer que algunos titulares de los medios internacionales en días anteriores a la cumbre Putin-Erdogan han sido bastante alarmistas. Por ejemplo, el diario español El País tituló a una de sus crónicas: «Turquía, Rusia y Siria se asoman al abismo de un conflicto abierto». A su vez Telesur advertía que «Rusia no garantiza la seguridad de aviones turcos en Siria», que a algunos pudo haber parecido casi una declaración de guerra. La cumbre de Moscú al final llegó como un balón de oxígeno para unos medios de comunicación y una decepción para otros. «Desde esta medianoche establecen un nuevo alto el fuego en la provincia siria de Idlib, donde la violencia se ha intensificado desde finales de febrero, cuando más de 30 soldados turcos murieron en ataques del ejército sirio», escribe en una de sus crónicas la edición en español de Euronews. «Rusia y Turquía firman una tregua en Idlib, el último bastión rebelde en Siria», titula Euronews. Varios medios internacionales destacan como el principal resultado de la cubre Putin-Erdogan el nuevo alto el fuego en la provincia siria de Idlib, donde la violencia se ha intensificado desde finales de febrero, cuando más de 30 soldados turcos murieron en ataques del ejército sirio. No obstante, algunos importantes medios europeos consideran que «el alto el fuego acordado, sin embargo, parece frágil». Eso es lo dice la crónica del diario español El País desde Moscú. El diario recuerda que último alto el fuego se rubricó el pasado 8 de enero y no se respetó. También destaca que Ankara se reserva el derecho a represalias en caso de un ataque de las fuerzas de Bachar el Asad, mientras Putin destaca que para Moscú sigue siendo crucial la integridad territorial de Siria. ¿Perdurará esta vez la tregua? se pregunta la edición en español de DW. Mundo entero espera los resultados de este encuentro. Y no es porque al mundo entero importe tanto el futuro de Siria, sino porque ha salido ya de los límites de Oriente Medio. La realidad es que la nueva escalada en torno a Idlib demuestra que el conflicto sirio tiene importantes repercusiones internacionales. Turquía abrió esta semana sus fronteras con Grecia a refugiados sirios tras el ataque contra posiciones militares turcas lo que Bruselas calificó como una medida de «presión migratoria con fines políticos». «Turquía abre sus fronteras con Grecia», titula a una de sus crónicas la edición en español de DW TV. Aquí llegamos otra vez a la pregunta de qué parte tiene más problemas a causa de algo tensas relaciones entre Turquía y la Unión Europea. Como hemos visto, las pérdidas sufridas por la OTAN y la UE por no encausar buenas relaciones con Erdogán son más penosas y palpables en comparación con la «débil posición de Erdogan». El diario español El País destaca el viernes que justo antes de sentarse con Erdogan, Putin discutió la situación en Idlib con el jefe del Consejo Europeo, Charles Michel, quien se reunió con el presidente turco en Ankara el miércoles. Según escribe El País, el Kremlin dijo que Michel informó a Putin sobre los esfuerzos de la UE para bloquear el flujo de migrantes. Como hemos dicho ya, la UE acusa a Turquía de desencadenar una «presión migratoria con fines políticos». No obstante, destacan nuestros colegas españoles, tras la cita con Putin fuentes del Gobierno turco recalcaron que el acuerdo con Moscú “no supone un cambio” en la política respecto a su frontera con la UE, donde ha abierto las puertas a los migrantes que quieran abandonar territorio turco. «Para que haya un cambio en este sentido, Turquía insta a la Unión Europea y a EE UU a cooperar en la solución del drama humanitario en Siria y a llevar a cabo medidas «de construcción de confianza», por ejemplo el despliegue de más baterías de defensa antimisiles
Clinton ha vuelto

Esta semana hablaremos de un nuevo ataque contra el presidente estadounidense, Donald Trump, para impedir su reelección en los comicios de 2020. Mientras Trump ha demandado al diario The New York Times por difamación y ha acusado al periódico de publicar intencionadamente una historia «falsa» relacionada con las investigaciones sobre presuntas injerencias rusas en las elecciones presidenciales del 2016, la excandidata presidencial de Estados Unidos, Hillary Clinton, aseguró que el presidente ruso, Vladímir Putin, «ordenó a su servicio de inteligencia» que la investigara en 2016. Trump puso la demanda en la Corte Suprema de Manhattan y busca millones de dólares por daños porque, a su juicio, el rotativo neoyorquino publicó “falsamente” que había una «conspiración con Rusia» como un hecho verídico. Ya nos hemos referido al tema en uno de nuestros programas anteriores… Y no hay más remedio que retomarlo. «Trump denuncia una conspiración en su contra de la Inteligencia y el Partido Demócrata de EEUU», titula la edición en español de RT. Los hechos se remontan al 27 de marzo del pasado año y la campaña del presidente estadounidense hace alusión a un artículo del periodista Max Frankel titulado «The Real Trump-Russia Quid Pro Quo» («El quid pro quo real entre Trump y Rusia»). En un comunicado la asesora jurídica de la campaña de Trump, Jenna Ellis, expresó que han decidido demandar porque el The New York Times dijo que la campaña tenía un «acuerdo general con la oligarquía de Vladimir Putin para ayudar a la campaña contra Hillary Clinton a cambio de una política exterior pro-Rusia y un alivio en las sanciones económicas». La verdad es que lo veo difícil para la campaña de Trump, porque probablemente tendrán que poner varias denuncias contra The New York Times porque ese mismo diario publicó hace poco la información de que el Kremlin ya está injiriendo en la campaña de 2020 para asegurar la reelección de Trump. El periodista internacional Alberto Rabilotta considera que se trata de una «fabricación y de una conspiración absurda». No obstante no todos están de acuerdo con semejante enfoque. La excandidata presidencial de Estados Unidos, Hillary Clinton, reapareció en público esta semana para cargar con fuerza contra la campaña electoral de Trump. Clinton afirmó que el presidente ruso, Vladímir Putin, quiso vencerla en las elecciones de 2016 y «ordenó a su servicio de inteligencia» que la investigara. Además, Clinton asegura tener grabaciones de generales rusos dándole órdenes a sus subalternos para «perseguirla». En una rueda de prensa en la Berlinale, Clinton se refirió de manera directa al presidente ruso del que dijo estar segura que no la «malinterpretó». «Creo que sabía perfectamente quién era y que me pondría en pie por la libertad y la decencia y para crear relaciones fuertes entre las democracias occidentales para defender Europa y la OTAN», afirmó. La tesis de Clinton es que «cuando Putin ordenó a su servicio de inteligencia a que fueran a por ella y dijeran cualquier cosa negativa que pudiera decirse, no fue porque no me entendiera, fue porque quería derrotarme». Este discurso de Hillary Clinton provoca varias preguntas sin respuesta. La primera y la más importante es ¿realmente cree la excandidata a la presidencia que alguien es capaz de creer que ella tiene «interceptaciones de citas de los generales» rusos? Y, por cierto, ¿qué quiere decir cuando dice «tenemos»? Si es que realmente las tienen la próxima pregunta que surge es ¿cómo las han obtenido? ¿Con qué métodos legales? Da la impresión de que Clinton tiene sus propios servicios de inteligencia que al parecer son los mejores del mundo a juzgar por los resultados de su trabajo. Pero si volvemos a analizar los acontecimientos de la campaña presidencial de 2016 veremos que en la realidad no es así, ni mucho menos. La verdad es que todas esas revelaciones de Clinton me causan la sensación de déja vu. Aunque a lo mejor ya pocos se acordarán, pero Clinton y los demócratas decían cosas muy parecidas en 2016 sobre Trump y Putin. «Clinton acusa a Trump de ser ‘amigo’ de Rusia y de Putin», titulaba a una de sus reportajes la Televisión Española en 2016. El hecho de que Clinton aparezca ahora con la misma tesis de que «Trump es un amigo de Putin» quiere decir que las cosas van muy mal para los demócratas y que es muy probable que realmente gane Trump las próximas elecciones. Cabe destacar que las palabras de Clinton tienen ahora, cuatro años después, aún menos credibilidad. Porque los demócratas y sus aliados han gastado estos cuatro años precisamente para demostrar que hubo un complot entre Trump y Putin para ayudarle a ganar la presidencia. Y no lo han conseguido, ni mucho menos. Por eso al parecer lo único que pueden hacer ahora los adversarios de Trump es volver a demostrar al público a Hillary Clinton con las mismas acusaciones y utilizar las páginas del mismo The New York Times para anunciar que Rusia ya está injiriendo en la campaña electoral de 2020 para ayudarle a Trump conseguir su segundo mandato. En los últimos días las noticias relacionadas con la campaña presidencial que nos llegan de Estados Unidos provocan una fuerte sensación de déja vu. «La sombra de Rusia vuelve a posarse sobre las elecciones de Estados Unidos», titula a uno de sus reportajes CaracolTV. Por el momento la campaña de Trump ha demandado a The New York Times por los hechos que se remontan al 27 de marzo del pasado. La asesora jurídica de Trump, Jenna Ellis, precisó en un comunicado que han decidido demandar porque el diario afirmaba que Trump tenía un acuerdo con la oligarquía rusa para ayudar a la compaña contra Hillary Clinton a cambio de una política exterior pro-Rusia y un alivio en las sanciones económicas. Ahora, en 2020, parece totalmente evidente que se trata de información «cien por cien falsa y difamatoria» y a juicio de la campaña del presidente el diario neoyorquino lo publicó siendo consciente en el momento «de la falsedad». Según la asesora
Trump y la paranoia

En esta edición de nuestro programa hablaremos de cómo ha reaparecido en las portadas de los medios internacionales el tema de la intromisión rusa en las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Y no solo se trata de la llamada «trama rusa» que se refiere a las elecciones de 2016, sino también de la presunta intromisión del Kremlin en la campaña presidencial del año en curso. Lo curioso es que ambos temas coincidan esta semana y claramente no se trata de una casualidad. Cuando ya perecía que es difícil añadir algo nuevo al tema de la «trama rusa» de 2016 que ha marcado el primer mandato del presidente estadounidense, Donald Trump, los medios internacionales soltaron una nueva «noticia bomba». A juzgar por los titulares, efectivamente se trata de algo sensacional. Nuestros colegas aseguran que Trump le había ofrecido al fundador de WikiLeaks Julian Assange el perdón presidencial a cambio de testificar que Rusia no tenía nada que ver con el ataque cibernético contra el Partido Demócrata en 2016. Eso es lo que dicen algunos titulares. «¿Ofreció Trump perdón presidencial a Assange y a cambio de qué?», se pregunta la edición en español de la CNN. Hay que destacar que la versión de la CNN es bastante moderada y el titular de la crónica es inteligente. Más bien se preguntan si realmente pudo haber sido así. Mientras tanto, las primeras noticias sobre el tema no dejaban lugar a dudas sobre si ofreció o no Trump el perdón presidencial a Assange a cambio de un trato sucio. Por ejemplo, la agencia española EFE titulaba a una de sus crónicas desde Londres el pasado 19 de febrero: «Donald Trump le ofreció el indulto a Julian Assange si negaba la implicación de Rusia en la filtración de los correos de Clinton». Un titular muy detallado que prometía una historia muy clara y una verdadera noticia bomba. Pero a continuación no encontramos nada de lo que prometía ese titular tan sensacionalista. Ni mucho menos. No hay más explicaciones en la crónica. El abogado de Assange asegura que tiene un testigo que sostiene que Trump le había ofrecido un trato sucio al fundador de WikiLeaks a través del antiguo congresista republicano Dana Rohrabacher. Intentemos ver toda esta historia como la ve un lector normal y corriente, un lector inocente. Se entiende que Assange recibió una visita del antiguo congresista republicano que pudo haberle ofrecido un trato. Pero lo que falta en esta crónica es cuál es la relación entre el congresista y el presidente estadounidense. Un eslabón clave por decir algo. No sabemos si ha sido un error del periodista que escribió la crónica o bien ocurrió por la escasez de los datos que tenía a su disposición. Pero al día siguiente ya casi todos los medios añadían que Dana Rohrabacher visitó a Assange por encargo personal de Trump. La verdad ese detalle añade poco a la credibilidad de toda esta historia. Más aun, porque no lo dice el propio Assange a través de sus abogados. Y como hemos visto también el presidente Trump ha desmentido que había ofrecido un trato al fundador de WikiLeaks. Por cierto, no ha sido la única «noticia bomba» relacionada con la injerencia rusa en los procesos electorales en Estados Unidos que Trump desmintió la semana pasada. También tuvo que dar la cara para desmentir en contra de lo que dicen sus servicios de especiales la información de que Rusia le está ayudando a ganar las elecciones de este año. ¿Vuelve y juega injerencia rusa en elecciones de Estados Unidos?, se pregunta en una de sus crónicas Caracol TV. Así que la sombra de Putin vuelve a plantearse sobre Washington. Nada más y nada menos. Y vuelve a circular un nuevo tema de la intromisión rusa que apenas explica algo. Un jefe de inteligencia que informa a la Cámara de Representantes de que Putin ya está allí sin que Trump supiera nada. La revelación que enfureció a Trump, quien se quejó de que los demócratas podían utilizar la información en su contra. Hay que reconocer que algunos medios ya no pueden tomarlo totalmente en serio. Por ejemplo la agencia Associated Press se pregunta: «¿Otra vez? Aseguran que Rusia está interfiriendo en la campaña electoral en EEUU». Nuestros colegas ponen un titular que dice que «El fantasma de Putin y la injerencia rusa vuelve a sobrevolar el proceso eleccionario en Estados Unidos». Pero en la realidad no hacen ninguna afirmación definitiva. Solo informan de que unos funcionarios de inteligencia dicen que Rusia está interfiriendo en la elección de 2020 para tratar de ayudar al presidente Trump a ser reelegido, citando al periódico The New York Times. No obstante, la furia de Trump se ha plasmado en forma muy real. Destituyó al jefe interino de inteligencia nacional (DNI) Joseph Maguire en medio de informes que aseguran que la furia contra el funcionario se desató tras una sesión informativa a legisladores sobre la supuesta intención rusa de ayudarle a Trump a conseguir reelección en los comicios de este año. «Trump reemplaza a jefe de inteligencia tras un informe sobre injerencia rusa», titula la edición en español de la agencia AFP. La reacción de Trump a las advertencias sobre la nueva «trama rusa» parece muy comprensible. Más aun, cuando sonaron unas acusaciones muy serias que implican a Trumo y no se han ofrecido pruebas para fundamentarlas. También es cierto que el hecho de que la noticia de la nueva «trama rusa» en 2020 coincida con la noticia de presunto trato sucio entre Trump y Assange resta credibilidad a ambas historias. Esto es precisamente lo que dice Rusia. «El Kremlin tilda de paranoicas las acusaciones de injerencia en las primarias de EEUU», titula la agencia Sputnik a una de sus crónicas. Haciendo un resumen podemos decir que tenemos todos los elementos de una campaña mediática que pretende impedir la reelección de Trump aprovechando el llamado «factor ruso». Por un lado, los abogados de Assange de repente revelan que tienen un testigo de que Trump le había
Crímenes de lesa humanidad

En esta edición de nuestro programa hablaremos de la cobertura mediática de la crisis en Venezuela y de las sanciones estadounidenses contra el gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro. Como bien sabemos, este año cumple el céptimo aniversario de la imposición de sanciones contra este país suramericano. Los medios occidentales y los de América Latina ven los resultados de estas sanciones de maneras muy distintas. Los titulares de Telesur de esta semana se centran en la decisión de Venezuela de denunciar ante la Corte Penal a Estados Unidos por crímenes de lesa humanidad, mientras los medios estadounidenses, que presentan las medidas unilaterales como una lucha contra «la peor dictadura de los últimos tiempos», se centran en el regreso del presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, de su gira internacional por Europa y Estados Unidos, donde recibió el enfático respaldo de Donald Trump. Telesur ofrece a su audiencia una crónica del corresponsal en los Países Bajos, Sergio Rodrigo, para anunciar que el gobierno de Venezuela denunció este jueves ante la Corte Penal Internacional las «medidas coercitivas unilaterales» impuestas por Estados Unidos contra el pueblo de este país suramericano desde 2014. «Venezuela denuncia en Corte Penal Internacional sanciones de EE.UU.», es el titular. Cabe destacar que el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Jorge Arreaza, subraya que aunque Washington lo llame sanciones en la realidad se trata de violaciones de los derechos del pueblo venezolano por parte de quienes gobiernan en la Casa Blanca. O bien como ha dicho el corresponsal de Telesur en los Países Bajos de crímenes de lesa humanidad. Y es pura verdad si analizamos las consecuencias de las sanciones estadounidenses a corto y a largo plazo. Un buen ejemplo más reciente son las sanciones impuestas por Estados Unidos a la aerolínea estatal venezolana Conviasa que afecta directamente a algunas misiones humanitarias que se lleva a cabo esta compañía. «Venezuela condena enérgicamente las sanciones de EEUU a Conviasa», titula Telesur a una de sus crónicas sobre el tema. Es evidente que las medidas unilaterales por parte de Estados Unidos tienen efecto indiscriminado y afectan a un número de personas indefinido y no solo a los miembros del Gobierno y funcionarios que Washington por su parte considera criminales. Sí es verdad que los jueces de la Corte Penal se encuentran en una situación muy delicada porque al mismo tiempo ya están considerando una demanda que acusa al actual Gobierno de Venezuela precisamente de los mismos crímenes de lesa humanidad. Eso es lo que destaca en sus crónicas sobre el tema la CNN que al parecer está mucho más interesada en el regreso a Venezuela del presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, de su gira internacional por Europa y Estados Unidos que en la demanda presentada por el Gobierno venezolano contra Estados Unidos. Además, a través de los reportajes de la edición en español de la CNN de esta semana nos enteramos de que hay disturbios en Venezuela que acompañan el regreso de Juan Guaidó al país. «Juan Guaidó regresa a Venezuela en medio de disturbios», titula a una de sus crónicas la CNN. Washington aparentemente tenía la esperanza de que Maduro detuviera a Guaidó a su regreso a Caracas y hubiera sido el mejor guion para la Casa Blanca. Pero afortunadamente esto no ocurrió. Sin embargo, nuestros colegas intentaron dar la máxima importancia a todo lo relacionado con el viaje del presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela. Lo único es que no conseguimos encontrar rastros de esos disturbios en los demás medios internacionales. Por lo que aparece en el reportaje de la CNN se puede ver una decena de cámaras y reporteros gráficos que le acompañan a Guaidó a su llegada a Caracas. Y los únicos disturbios que cita el autor del reportaje son «las protestas en redes sociales», nada menos y nada más. Cabe mencionar que la versión de la CNN se difiere de la de Telesur no solo en lo que se refiere al regreso de Guaidó a Caracas. Nuestros colegas al parecer han encontrado el verdadero culpable de las siete plagas en la crisis que está viviendo Venezuela desde 2014. Y evidentemente no es Estados Unidos, ni mucho menos. Es Rusia, afirma Carlos Vecchio, embajador de Juan Guaidó en Estados Unidos, en un comentario a la CNN. «¿Qué busca Rusia en Venezuela?», se pregunta la cadena. Da la impresión que el embajador de Juan Guaidó claramente confunde la causa y las consecuencias. Porque fueron precisamente las sanciones estadounidenses que ayudaron a Rusia haber arrebatado a Venezuela parte de su mercado petrolero. Semejante enfoque parece totalmente absurdo. Por otro lado lo que sorprende es que solo figure Rusia en esta lista negra de los culpables desde el punto de vista de Occidente. Porque China también considera que las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela son una clara violación al derecho internacional apoyando así la «peor dictadura que ha tenido la región en la historia moderna». La cancillería china reiteró esta semana que China está en contra de cualquier injerencia foránea en los asuntos internos de Venezuela y contra la aplicación de sanciones unilaterales. Pero fue Rusia la que recibió recientemente casi amenazas por su papel en Venezuela. La semana pasada el representante especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, advirtió a Rusia que le costará su firme apoyo al presidente venezolano, Nicolás Maduro. «Rusia rechaza amenazas de EE.UU. por su cooperación con Venezuela», titula a una de sus crónicas Telesur. Estas advertencias por parte de Estados Unidos sonaron poco antes del inicio de la gira del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, por América Latina que incluía también a Venezuela. Junto a las acusaciones contra Rusia de que tiene la culpa de la crisis en torno a Venezuela y que aprovecha esa crisis para sus propios intereses, semejantes amenazas suenan aún más ridículas e hipócritas. Actualmente tenemos dos denuncias encontradas ante la Corte Penal por crímenes de lesa humanidad: una contra el propio Gobierno de Venezuela y la otra