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¿Reventará la economía de España antes de finales de año?

España será el país que sufrirá la peor recesión a nivel global si hubiera un rebrote del coronavirus. Así lo deja asentado un informe con nuevas previsiones económicas presentado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos [OCDE]. Mientras, los augurios del Banco de España, tampoco son mejores. Cuando el río suena, agua trae La economía de España puede entrar en una tormenta perfecta. La OCDE ha lanzado datos concretos de la actual realidad económica del país ibérico, y por otro, unos augurios devastadores con un grave impacto en la población. Según el informe, el confinamiento por la pandemia ha provocado en España la mayor caída en el comercio entre los países integrantes del organismo, restando semanalmente 9,5 puntos del PIB. A esto se añade que la deuda está subiendo a niveles sumamente altos. El pronóstico de la OCDE es que el pasivo público este años trepe 34 puntos hasta el 129,5% del PIB, y el próximo año un 128,8%. Entretanto, este año el déficit se situaría en el 12,5%, y el próximo en el 9,6%. Mientras, los vaticinios del Banco de España no le van en zaga en cuanto a lo apocalíptico. Posicionándose en un escenario de rebrote de la Covid-19, establece para 2020 la caída del 15,5% del PIB con una recuperación del crecimiento para el próximo año del 6,9% y para 2022 del 4%. Traducido: el paro treparía este año al 23,6%, en 2021 al 24,7%, y en 2022 al 22,2%. Por si fuera poco, Fernando Santiago, presidente del Colegio de Gestores Administrativos de Madrid, lanzó una granada aturdidora. En una entrevista publicada en El Confidencial, sentenció que en España, «octubre será el mes de los impagos», y «en noviembre, Europa tendrá que rescatarnos». Carretero Miramar cree que esa situación es bastante posible, y lo funda en que pese a que gran parte de las empresas se encerraron con el confinamiento y pudieron librarse de los costes laborales por vía de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo [ERTE], han estado en gran medida pagando otro tipo de costes, como puede ser por ejemplo los alquileres. «Porque la legislación establecida para el pago de alquileres de locales de negocios en una legislación sólo establece mecanismos de negociación con los grandes tenedores, pero poco más. Los autónomos y las pequeñas empresas van a tener muchas dificultades para abrir porque han tenido un gran drenaje de liquidez en los últimos meses, y además, la demanda se va a resentir enormemente». Asimismo, incide en que «si miles de trabajadores que tenían un sueldo y ahora están cobrando la prestación de desempleo, o si miles de trabajadores que trabajaban sobre todo de manera estacional en el turismo, se van a encontrar con que el turismo internacional no se recupera y que el turismo local no es la demanda suficiente para tirar para adelante la economía, vamos a encontrar problemas muy serios».

EEUU y Europa se hunden sin remedio

Mientras el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, alertó de que su país se enfrenta a la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, afirma que Europa ya tocó fondo. Visiones opuestas, desde orillas opuestas. ¿Realismo contra fantasía? ¿Realismo estadounidense vs fantasía europea? Las principales autoridades de las economías de EEUU y Europa dejaron claro que, aparte de ciertas cuestiones políticas, les separa mucho más que un océano. Les separa el diagnóstico de una realidad que les golpea casi con la misma intensidad, pero que lo ven con distintos ojos. Por un lado, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, lanzó un mensaje crudamente real de lo que le espera a la desacelerada economía de su país luego de que pase el huracán COVID-19. «El alcance y la velocidad de esta desaceleración no tienen precedentes modernos, son considerablemente peores que todas las recesiones registradas desde la Segunda Guerra Mundial. […] Estamos viendo una fuerte disminución en la actividad económica y en el empleo, y ya se han borrado las ganancias laborales de la última década», observó. Y al pedir mayores apoyos fiscales, lanzó un mensaje a navegantes: «Dado que las respuestas son actualmente desconocidas, las políticas deberán estar listas para abordar una gama de posibles resultados», al indicar que «el camino a seguir es altamente incierto y está sujeto a riesgos negativos significativos». «El panorama es tremendo, eso está claro», constata respecto a las declaraciones de Powell, el presidente de la Consultora Ekai Center, Adrián Zelaia. «Hay dudas de fondo muy importantes. Primero, que todavía estamos en mitad de las medidas de confinamiento que se han tomado en los distintos países, y por tanto todavía no sabemos exactamente hasta dónde va a llegar el alcance de las propias medidas sanitarias que se están adoptando, y que además están siguiendo políticas muy distintas de unos países a otros», manifiesta el analista. Dudas que no hay del otro lado del Atlántico, donde desde Bruselas el vicepresidente del Banco Central Europeo y exministro de Economía de España, Luis de Guindos, mostró que sus gafas tienen otras posibilidades visuales. «Ya hemos alcanzado lo peor», sentenció al confirmar que a su entender Europa ya ha «tocado fondo» en esta crisis desatada por la pandemia del coronavirus. Refrendó sus dichos apuntando a que la economía de Europa ya dejó atrás la parte más baja de la curva —de la V—, y que ahora toca remangarse y trabajar en la carrera de largo aliento que significará la recuperación del bloque comunitario, en un plazo que acotó en un año y medio, o dos a lo sumo. Respecto a la afirmación de que Europa ya ha tocado fondo, Zelaia es contundente: «No, no, radicalmente no. […] Es evidente que no se ha tocado fondo. Mientras continúen las medidas de confinamiento y de restricción productiva, esto genera caída de la producción, esto es caída neta. […] La caída económica no ha tocado fondo mientras esas medidas se mantengan», concluye Adrián Zelaia.

«Ha aumentado el peligro de conflictos internos en la UE»

La tasa de desempleo en EEUU será histórica por culpa del coronavirus, y podría escalar incluso a niveles no vistos desde la década de 1940. Mientras, Alemania recrudece la cruenta lucha fratricida entre los miembros de la Unión Europea, donde por su parte la Comisión ha trazado las líneas maestras para que su economía salga de la UCI. ¿El nuevo azote de Dios? «Yo soy el martillo del mundo. Donde mi caballo pisa no crece la hierba», decía según las leyendas el rey de los hunos, Atila. Pero el ‘azote de Dios’ se ha actualizado y recorre el mundo dejando tierra quemada en formato de virus por estos días. Tan quemada está quedando la tierra –ya como planeta y no sólo como materia orgánica– que las principales economías del mundo están dando testimonio, un día sí y otro también, de la hecatombe apocalíptica que está causando el Covid-19 en las economías de todos los países del mundo. Sin excepción. Inesperadamente, las torres de marfil de los grandes encumbrados se están derrumbando, algo impensable hace apenas tres meses. Y lo anunció uno de los jerarcas de una de ‘la’ institución del capitalismo por ósmosis. «Desafortunadamente, la tasa de desempleo aumentará a números que probablemente no hayamos visto desde la década de 1940″, ha sentenciado Richard Clarida, vicepresidente de la Reserva Federal de EEUU. Y avaló sus dichos con datos, al declarar que debido al cierre de empresas, en las últimas seis semanas más de 30 millones de trabajadores presentaron solicitudes de desempleo. Clarida apela a la humildad para poder surfear esta ola de tsunami. El principal problema actual de la economía global es el grado de incertidumbre, apunta el economista Luis Palma Cané. «No sabemos cuánto va a durar y la gravedad» de la crisis provocada por el coronavirus. El economista reflexiona que «lo único que puedo decir es que hay una depresión, que todas las economías sincrónicamente van a caer [en] su nivel de actividad [de una forma] muy fuerte. Pero no es correcto decir, o con certeza, por ejemplo lo que dijo la Comisión Europea con su forecast trimestral, diciendo que la economía europea va a caer entre un 7,5% y el 7,8% este año». «Lo cierto es que la caída del Producto Bruto Interno global y de todas y cada una de las naciones, salvo en principio China e India que no caerían en su nivel de actividad, sino que se reducirían notablemente pero no está dicho todo, salvo eso, caída del Producto Bruto global e individual de forma sincrónica y un elevadísimo aumento del desempleo y de la pobreza. No se puede decir más», manifiesta el economista. Empiezan a reventar las costuras de la Unión Europea Mientras, una reciente sentencia del Tribunal Constitucional alemán exige que en un plazo de tres meses el Banco Central Europeo [BCE] presente pruebas de que su compra de deuda soberana ha sido proporcional, y diferenciar la política monetaria de la económica. De no cumplir, intima al Bundesbank a dejar de participar en las compras, lo que sería un golpe de gracia, ya no sólo para las economías de varios países, sino al sentido de unión del bloque comunitario. «Yo pienso que ha aumentado el peligro de conflictos internos, que hoy creo que la probabilidad es baja, pero puede ir aumentando la probabilidad de que esto termine colapsando a la unión», incide Palma Cané. Es en este contexto que vuelve a ponerse sobre la mesa europea la cuestión de los paraísos fiscales de la UE. Y es que en el último Índice de Paraísos Fiscales Corporativos, Holanda obtuvo la puntuación más alta, seguida de Luxemburgo e Irlanda. Esto enardece al resto de socios comunitarios, sobre todo porque la baja carga impositiva de Holanda causó enormes pérdidas a Francia; Italia, Alemania y España. Y la Tax Justice Network, que lo denunció, sostiene que ahora es el momento idóneo para una tributación común en el bloque. «Yo soy de los que piensan que la Unión Europea, como otra unión cualquiera de países es positiva, pero debe ser completa. La UE es incompleta […] y uno de los puntos clave es el tema fiscal. […] No es posible que pongas una empresa en Irlanda y pagas, por ejemplo, un 10% de ganancia, y en otro país pagas el 35% dentro de la misma comunidad», remacha el economista Luis Palma Cané.

Efecto dominó: el COVID-19 revienta la cadena productiva global

China está en el ojo del huracán por una reacción en cadena. Tener la doble condición de ser el país de origen del coronavirus, y a su vez, ‘el taller del mundo’, provocó un frenazo en la cadena de producción global. Haber mantenido cerradas muchas fábricas por tanto tiempo ha causado un corte en la llegada de productos a destino. Reacción en cadena La caída en el volumen de producción que se ha localizado a nivel global debido al coronavirus está dejando ver su impacto, que en particular se ve exacerbado debido a la paralización en las fábricas chinas, debido al carácter del gigante asiático de ‘fábrica del mundo’. «Lo que hay es una situación de ‘parate’ de la economía mundial que agrava problemas que venían de arrastre, y estos problemas nacionales están generando problemas muy serios de una dinámica de funcionamiento que por medio siglo empujó la liberalización de la economía, la globalización. Digamos que el mundo salió de la crisis de los años ’70 con mundialización», opina el economista Julio César Gambina. Un claro ejemplo de los efectos de desabastecimiento, o el pánico de quedarse sin suministros en esta guerra transversal en que se ha convertido el combate al coronavuris, han dejado al descubierto esta situación. Hay casos paradigmáticos, algunos de ellos dignos de guion cinematográfico de un thriller de acción en plena Guerra Fría. A principios del mes de abril, dos hechos tuvieron a Francia como protagonista, de un lado y del otro de la trinchera: EEUU le robó una partida de mascarillas en plena pista de despegue en China, y a renglón seguido, Francia se quedó con partidas de mascarillas destinadas a España e Italia, aprovechando una escala del reparto en su territorio. Pero no sólo está en China el origen. También en su momento provocó un hondo malestar en países de la Unión Europea el hecho de que tanto Francia como Alemania prohibieran la exportación de materiales médicos a sus socios comunitarios. En esas anda Europa. Los respiradores también han entrado en este juego, con paralizaciones o incautaciones de material por parte de países fabricantes, cuando ya se habían firmado contratos y pagado las compras. ¿Triunfo de Trump? Una situación que se hace extensiva a la más variada gama de productos a escala mundial y que hace, por ejemplo, soñar a los votantes del presidente de EEUU, Donald Trump, de una relocalización de las empresas estadounidenses en suelo norteamericano. No obstante, según varios analistas, esa situación no les permitiría cantar victoria: si se diera esa situación, tanto en EEUU como en Europa, los robots se harían con los puestos de trabajo, y no las personas. «El coronavirus aceleró los procesos de una crisis mundial que viene gestándose desde 2007-2009 y que encontró respuestas en los cierres comerciales, el proteccionismo de ‘America first’ en EEUU, pero también del Brexit británico, y muchas tendencias al proteccionismo, al nacionalismo, por eso había quedado China con la bandera de la globalización», apunta el economista.

«La sociedad española no está basada en el conocimiento, y por lo tanto no es competitiva»

El coronavirus desató varios efectos dominó. Entre ellos, la suspensión de las clases para los estudiantes en varios países. En el caso de España esta situación ha provocado que el Sindicato de Estudiantes lanzara una exigencia a las autoridades educativas del país: cancelación de todos los exámenes y aprobado de curso para todos. Aprender vs pasar de curso Este sindicato español incluye en el paquete la prueba de acceso a la universidad. Escuda sus exigencias en prevenir la posible expulsión del sistema educativo a jóvenes con menores recursos. Arguye que muchos de ellos pierden pie en las clases online por no disponer de dispositivos informáticos o conexión a internet en sus hogares. Sí, eso pasa en la España de hoy, según esta institución. Según reza el texto de su reivindicación, «Los y las estudiantes de familias más humildes tenemos todas las de perder: a nosotros no nos pueden ayudar en casa en muchos casos y por supuesto no tenemos fibra óptica, ni clases particulares, ni espaciosas e iluminadas habitaciones para estudiar y recuperar el tiempo perdido. Sin acceso a la tecnología necesaria para seguir el temario estamos condenados a repetir curso o, directamente, a ser expulsados del sistema educativo», argumenta la organización en el comunicado. Esto implica una cuestión filosófica, y también una económica. Por un lado, podría parecer que aprender no es lo importante aquí, ya ni siquiera ser un ‘salvador de exámenes’, que tampoco implica un aprendizaje, sino pasar de grado. «Desde la perspectiva puramente filosófica entramos en una serie de dinámicas en torno a lo que puede ser una discusión entre lo que puede ser el hecho de aprender, y el hecho de tener un título. Se presupone que cuando uno obtiene el título es porque ha aprendido determinadas cosas», señala al respecto el economista José Luis Carretero Miramar. Luego está la parte ‘logística’. En las historia hay incontables ejemplos de grandes profesionales que para estudiar han tenido que hacerlo a la luz de las velas, en condiciones edilicias muy lejanas de las mínimamente ideales, y a las mencionadas en el texto sindical. Y aunque se pueda argumentar que por estos días gran parte de la educación sea informatizada, y más en tiempos de cuarentena, también ha habido casos de gente que por distintas razones, imprevistos, imponderables, le ha tocado perder un año lectivo o más en su vida. «Es verdad que en muchos países del mundo se estudia con muy peores condiciones y gente que estudia con muy peores condiciones. Pero también es verdad que luego cuando se pongan la calificaciones en torno a todo esto, en cierta manera van a ser bastante injustas en el sentido de que va a haber gente que va a tener muy pocas dificultades para obtener una buena calificación, y sin embargo otra gente va a tener muchas dificultades para obtener un aprobado o una buena calificación», defiende el economista. Entre la filosofía y el impacto en la vida y la economía real Hace unos años el periódico el Confidencial de España publicaba una investigación hecha en la Universidad Complutense de Madrid. Su título «A cambio de euros, títulos universitarios a tutiplén para chinos que no hablan español». El reportaje apuntaba a que «a cambio de unos ingresos extra para paliar sus maltrechas cuentas, la universidad española acepta en programas académicos y otorga títulos oficiales a estudiantes chinos que no dominan el idioma a un nivel aceptable para seguir estudios superiores». También enumeraba las consecuencias. «[…] Pone en entredicho la reputación de muchas universidades. Redunda negativamente en la calidad de la enseñanza, enoja al resto de estudiantes porque perciben que se ralentiza el aprendizaje y porque observan una discriminación positiva a favor de los compañeros asiáticos». «A su vez, los profesores se ven incapaces de lidiar con alumnos que no entienden los contenidos de las materias y que no se adaptan al sistema universitario español. Los docentes sienten que el negocio prima sobre la calidad de la enseñanza y que el afán recaudatorio de los órganos rectores de las universidades los deja en una posición de debilidad ante un problema nuevo cuya solución metodológica no está planificada», reza el reportaje. Al respecto, Carretero Miramar sostiene que la sociedad española nunca ha valorado el conocimiento como un elemento fundamental de sí misma. A su entender, «el problema es que una sociedad que tiene su base económica fundamental en trabajar en la construcción, en distintas burbujas inmobiliarias recurrentes, y en el turismo –en servicios con muy bajo valor añadido muy basados en un trabajo flexible, barato, precario– pues no es una sociedad que valore en demasía el hecho de tener profesionales dedicados al conocimiento o con un conocimiento amplio». El economista argumenta que eso implica necesariamente que la economía española sea muy sensible a circunstancias externas, y que el coronavirus está dejando al descubierto esta situación. «Si tenemos un 30% del Producto Interior Bruto que depende de la hostelería y del turismo, en el momento que los visitantes extranjeros no pueden venir, no tenemos nada: no tenemos una industria que funcione, no tenemos productos de alto valor añadido, no tenemos una Investigación y Desarrollo [I+D] que funcione, y finalmente no tenemos tampoco un aparataje científico que pueda responder frente a una situación de crisis que necesita de ese conocimiento científico, como pueda ser la del Covid-19», afirma José Luis Carretero Miramar.

¿El ‘American way of life’ condenado a muerte por el coronavirus?

El ‘american way of life’ podría estar tocando su fin. Ese, y gran parte de los estilos de vida del globo. El culpable: el coronavirus. El autor de la afirmación: el editor de la revista Technology Review, Gideon Lichfield, una publicación que está estrechamente ligada el archifamoso Instituto Tecnológico de Massachusetts [MIT]. Obama y ‘el estilo de vida’ Del primero al último. Así ha estado presente en los —por poner un ejemplo— discursos de Barack Obama, seguramente con ausencias entremedias, una frase devenida en latiguillo para poner de pie auditorios propensos al aplauso o enardecer multitudes: ‘nuestro estilo de vida’. Tan incorporada en sus discursos como lo está un ‘buen día’ en los buenos modales de cualquier persona. Se trata de una frase estrella devenida de la propia historia del país norteamericano y que reconoce sus orígenes, y por tanto sus principios, en la Declaración de Independencia en el año 1776. Algunos ejemplos del uso de la frase por parte de Obama durante su condición de inquilino de la Casa Blanca: 20 de enero de 2009. Discurso de toma de posesión de la presidencia de EEUU: «No pediremos perdón por nuestro estilo de vida». 10 de noviembre de 2014. Sobre la defensa de la Neutralidad en la red: «Una Red abierta es esencial para la economía estadounidense y, cada vez más, para nuestro modo de vida».  1 de septiembre de 2015. Conferencia en Alaska sobre el Ártico y la lucha contra el cambio climático: «Siempre ha habido argumentos para oponerse a esto: que si afectará la economía, que si no queremos que se cambie nuestro estilo de vida…». 11 de enero de 2017. Último discurso de Obama como presidente de EEUU: «A todos los que sirven, ha sido el honor de mi vida ser vuestro Comandante Jefe. Pero proteger nuestro modo de vida requiere más que nuestros militares. La democracia puede peligrar cuando cedemos al miedo». El ‘American way of life’ tocado de muerte Entonces llegó el coronavirus sembrando muerte, pánico, colapso sanitario, crisis económica y drásticos cambios en la convivencia de los seres humanos alrededor del mundo. Y entonces, llegó una sentencia reñida con la máxima estadounidense: «Aceptémoslo, el estilo de vida que conocíamos nunca volverá». Su autor, Gideon Lichfield, editor de la revista Technology Review, para más señas, estrechamente ligada al MIT. Un hecho que le da un halo de fiabilidad a la nueva frase. «Lo que siempre se ha llamado el ‘estilo de vida’ o el ‘American way of life’, es lo que podemos denominar la ideología norteamericana. Es un estilo de vida basado en una metafísica muy concreta que es la del individualismo: cualquier norteamericano puede llegar a ser presidente de los EEUU, esto lo hemos escuchado mil veces. Es un estilo de vida un poco basado en la ley del ‘sálvese quien pueda’. El individuo es el que manda y es la cúspide de la pirámide social, y claro, esto tiene unos efectos que se ven claramente que son dramáticos cuando ocurre una circunstancia excepcional, y es lo que estamos viendo en la actualidad», manifiesta al respecto el analista Juan Aguilar. Así, el ‘American way of life’ y sucedáneos en el planeta están sentenciados a no volver a ser el que hasta ahora conocíamos, nunca más. Para siempre. «Todos tendremos que adaptarnos a una nueva forma de vivir, trabajar y relacionarnos. Pero como con todo cambio, habrá algunos que perderán más que la mayoría, y probablemente serán los que ya han perdido demasiado», afirma Lichfield. Sin embargo, se ilusiona con que esta crisis «obligue a los países, en particular a EEUU, a corregir las enormes desigualdades sociales» que hacen tan vulnerables a grandes franjas de su población. Aguilar explica que la actual situación plantea una contradicción en el ‘estilo de vida’ de EEUU. Advierte que para mantener una cohesión social, una estructura de Estado, todo un sistema de garantías y de desarrollo social, económico y demás, este estilo de vida es contradictorio. «Porque un Estado, cuanto más complejo es, mayores necesidades de control y planificación necesita. Lo estamos viendo, es la realidad. ¿Cuándo se ve eso descaradamente? Cuando ocurre la situación de excepción. ¿Y en qué estamos ahora? En esa situación de excepción». «Una pandemia que ya afecta oficialmente a cientos de miles de norteamericanos, donde hay miles de muertos y donde salen a la luz todas las insuficiencias y las carencias de ese estilo de vida. Porque no existe una sanidad pública, porque no existe una seguridad social pública, porque no existe un sistema de protección público, donde hay millones de personas dejadas de la mano de Dios desde el punto de vista social, donde no tienen ayuda, ni seguro médico. Entonces, ¿cómo se acomete ahora una situación de este tipo contando con ese ‘estilo de vida’? Es imposible, es una contradicción estructural del propio sistema. No va a poder ser. Y como no va a poder ser, necesariamente esto implicará cambios a futuro. Pueden ser cambios a mejor, o pueden ser cambios a peor», avisa Juan Aguilar.

El coronavirus se está comiendo a Occidente

El coronavirus ya es una pandemia. Bastó esta declaración oficial de la Organización Mundial de la Salud [OMS] para que el presidente de EEUU, Donald Trump, ordenara la suspensión de todos los vuelos desde Europa hacia su país. Inmediatamente cayó Wall Street y el resto de los mercados mundiales. La debacle se multiplicó. El Covid-19 se le fue de las manos a Occidente Fuera de proporción. Así es la expansión del coronavirus que a cada paso de su avance agrava la situación económica a nivel global de forma crítica, algo que en el caso de Europa se ve exacerbado está impulsado por la pésima gestión sanitaria que están llevando adelante sobre todo los países europeos. La OMS lo anunció con un tuit: «Hemos estimado que el COVID-19 puede ser catalogado como una pandemia». Así citó las palabras de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus. Entonces, Trump salió a escena anunciando su decisión con un argumento incontestable: suspendería todos y cada uno de los viajes provenientes de Europa, excepto los de Reino Unido, debido a que la Unión Europea no había tomado medidas eficaces para prevenir la propagación del coronavirus. ​Y no le falta razón. La falta de una reacción eficaz a tiempo, de prevención y de contención hacen que hoy en Europa el virus campe a sus anchas, con claros focos gravitacionales que tienen a Italia en su núcleo, y donde gravitan muy cerca países como España, Francia, y Alemania. «Esto es un reconocimiento de en el marco de una economía globalizada e interdependiente donde se producen múltiples intercambios continuamente entre todos los países, tanto a nivel de recursos humanos, como a nivel financiero, realmente esta pandemia es imparable», reflexiona al respecto el economista José Luis Carretero Miramar. Europa y EEUU: un campo de orégano El analista incide en las grandes cotas que ha alcanzado el Covid-19, o SARS-CoV-2 como ya lo reconoce el Ministerio de Sanidad de España, en las que se ha transmitido a nivel global de una forma muy acelerada y con una capacidad de contagio muy grande. Carretero Miramar remarca las diferencias que hay entre las medidas tomadas en Asia y en Europa para combatir este flagelo. «Estamos viendo toda una serie de dinámicas que indican claramente la fase de decadencia en la que está el propio capitalismo occidental y sus poderes que no están pudiendo hacer frente de una manera clara a esta pandemia y están provocando dinámicas de pánico entre la población». El economista añade que además están provocando dinámicas de falta de seguridad de prevención de riesgos laborales, de medidas de protección entre la población, algo muy señalado tanto en Europa como en EEUU. Asimismo, observa que en EEUU las estadísticas que ahora mismo se manejan en relación con la pandemia son absolutamente irreales. «Se está hablando de un porcentaje de infectados o de muertos con respecto a los infectados que se reconocen, que es absolutamente irreal en el sentido de que es extraordinariamente alto y que sólo se puede entender desde el punto de vista de que la dirigencia norteamericana se ha desentendido completamente de la enfermedad, no se están haciendo tests, el propio sistema de salud norteamericano que es fundamentalmente privatizado y en el que muchos de los trabajadores no están cubiertos en modo alguno, hace que no se haga una intervención directa efectiva frente a la enfermedad y que por lo tanto las cifras que se están planteando desde el Gobierno norteamericano sean absolutamente falsas», subraya Carretero Miramar. El analista observa que en Europa se está viendo el caos más absoluto, «por lo menos en el sur de Europa, tanto en Italia como en España«. «Estamos viendo circunstancias de absoluto caos político y absoluto caos económico que van a impactar muy profundamente en la economía europea. Países que tienen una estructura económica fundamentalmente centrada en el turismo, están recibiendo un impacto económico brutal», abunda. Al poner como ejemplo a la Comunidad de Madrid, Carretero Miramar apunta a una «desorganización, falta de profesionalidad, y una dinámica absolutamente enloquecida en la que han entrado los poderes públicos madrileños». «Lo que se produce aquí [en España] es que hay un debilitamiento, una serie de recortes, una degradación de los servicios públicos, y entre ellos del servicio público sanitario. Y esto es lo que puede producir el pico de una pandemia –que de por sí tiene una peligrosidad que es real pero que no es tan exagerada como otras pandemias que se pueden tener en otros sitios–, que pueda colapsar el sistema sanitario público», concluye José Luis Carretero Miramar.

Coronavirus: ¿chivo expiatorio de graves problemas del sistema capitalista?

Impacto económico a escala global. Es el que está teniendo y que tendrá el coronavirus durante algún tiempo, según lo aseguró de forma oficial la Comisión Europea cuando las cartas están boca arriba hace ya un tiempo considerable si tenemos en cuenta los tiempos vertiginosos de la economía. Los números desde Europa Estas conclusiones —o perogrulladas— a las que arriba la institución europea se fundan en algo que rompe los ojos: el tamaño del gigante asiático y el peso que tiene a nivel global. No obstante, matiza que de momento es imposible sacar los números en limpio que provocará el desastre. Así, el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, vaticinó que «tendremos un impacto, dado que China representa un 18% del PIB global […], pero todavía no es posible un análisis y una previsión seria. Se trata de una situación que evoluciona rápido y que seguiremos vigilando muy de cerca». Coronavirus: ¿razón o justificación? De este escenario, el economista Julio César Gambina extrae dos reflexiones muy generales. «La primera es que creo que en el capitalismo contemporáneo han encontrado una excusa fenoménica —un fenómeno— para poder explicar la crisis global del capitalismo y la expectativa que había ya desde hace un largo ‘rato’ de un colapso de la situación económica mundial, basada en los datos de tendencia a una recesión generalizada en los principales países capitalistas del mundo». «El segundo comentario es que el tema de fondo es una crisis, que empezada en el 2007-2008 con el epicentro recesivo del 2009, no termina de encontrar mecanismos de salida, tanto para el crecimiento de la productividad del trabajo, como para recuperación de la tasa de rentabilidad en los capitales más concentrados del capitalismo mundial, de los países capitalistas desarrollados», observa Gambina. El economista incide en que el coronavirus sirve a las partes interesadas como la explicación de la actual crisis, y en el que han encontrado un chivo expiatorio, ubicándolo en China, territorio donde emerge el virus, para explicar la importancia que tiene el gigante asiático en el crecimiento de la economía mundial. Gambina apunta al impacto que está teniendo el coronavirus en las bolsas de todo el mundo. En su opinión, «hay que verlo como a un fenómeno que agrava y agudiza problemas estructurales que están en el orden capitalista y que tienen que ver con un ciclo largo de crisis mundial donde lo que se busca son nuevos patrones de acumulación, nuevas estrategias para avanzar en la lógica de la producción y la dominación capitalista que hoy tiene epicentro en una búsqueda de reformas que se llaman estructurales, y que están siendo buscadas en todo el mundo, como son las reformas laborales y previsionales, lo que hay que leer como una ofensiva contra derechos largamente conquistados en luchas del siglo pasado». «Más allá de querer ver en el coronavirus un fenómeno especulativo, termina siendo un elemento más para condicionar a la población que en tiempos de crisis debe consensuar con cambios estructurales que suponen la pérdida de derechos», sentencia Julio César Gambina.

Coronavirus: ¿una plaga mortal para la economía mundial?

La economía mundial también es un huésped del coronavirus, que le provocaría un bajón de un 0,1 y un 0,2% en las estimaciones de su crecimiento para 2020, y que en un principio se calculaba en un 3,3%. De ello dejó constancia la directora gerente del Fondo Monetario Internacional [FMI], Kristalina Georgieva. El cisne negro de los cisnes negros En una intervención en el Foro Global de Mujeres 2020 en Dubái, Georgieva apuntó días atrás que si el coronavirus se contiene de forma rápida, la caída brusca que sufriría la economía mundial sería seguida de una «recuperación muy rápida», lo que se conoce como una curva V. No obstante, estimó que aún es muy temprano para conocer el impacto exacto y real del virus. «Es evidente algo que se decía anteriormente, medio en broma, medio en serio, que decía que si la economía china se resfriaba, el mundo entero iba a sufrir», apunta el economista José Luis Carretero Miramar. El analista incide en que estos efectos han sido muy fuertes por las cadenas de suministros globales que en algunos casos se han detenido. «En otros casos además se ha producido un fuerte impacto sobre la economía china en el sentido de que el año nuevo chino prácticamente se ha paralizado, con lo que ha representado para las ventas y el consumo este gran gigante económico global; al mismo tiempo se han paralizado fábricas, tiendas, grandes empresas de distribución industriales internacionales; al mismo tiempo esto ha afectado a las cadenas industriales de valor internacionales», detalla Carretero Miramar. Pero hay alguien que parece que ya está absolutamente empapado en el conocimiento, y no es otro que el presidente de EEUU. Donald Trump, vestido de oráculo, vaticinó: «Mucha gente piensa que se va a ir en abril con el calor. A medida que el calor llegue. Normalmente, se irá en abril». Sin embargo, tras sus palabras llegó alguien que en primera instancia tendría más autoridad que él para saber qué rumbo puede tomar, o no, el coronavirus. El director de la Organización Mundial de la Salud [OMS], Tedros Adhanom Ghebreyesus: «Permítanme ser claro: es imposible predecir qué dirección tomará el brote de covid-19. Lo que sí puedo decir es lo que nos anima y lo que nos preocupa». Lo que sí se puede verificar, es que el coronavirus viene a ser el ‘cisne negro de los cisnes negros’, ya que en sus escandalosas predicciones anuales el Saxo Bank fue incapaz de predecirlo. «El coronavirus dio lugar a toda una serie de efectos económicos que son mucho más grandes de lo esperado, al margen de que también se han sobredimensionado en algunos momentos de una manera muy clara quizá con intencionalidades políticas», concluye José Luis Carretero Miramar

Recesión en Alemania: ¿un virus mortal para Europa?

Desplome. Fue el que sufrió la industria de Alemania en los últimos 12 meses en un 7%, mientras la caída de los pedidos de las fábricas nacionales no le van en zaga en este sentido: cayeron por debajo del 2%. En otras palabras, la producción industrial de la locomotora de la economía euro se hundió durante el pasado año 2019. Recesión. Una palabra que para la economía viene a ser como un sinónimo de ‘peste’, de un ‘virus’. Y recesión es la palabra que ahora va atada a la desaceleración que ha sufrido Alemania y que durante los últimos años fue burlada por muy poco, exacerbada por un cisne negro inesperado: el coronavirus. Pero si con ese virus no fuera suficiente, se suma algo que por sabido, no es menos peligroso para la situación económica delicada que enfrenta Alemania —y el resto de Europa por ósmosis—, y que son la guerra comercial iniciada por el presidente de EEUU, Donald Trump, quien además animó en una clara injerencia en otro país, a otro de los factores desestabilizadores: el Brexit. La desaceleración del ciclo expansivo también alimenta a este monstruo. De acuerdo a estos tres imponderables —guerra comercial, brexit y coronavirus—, «Europa sufre más porque no venía con tanta fuerza de crecimiento como lo venía haciendo el resto del mundo antes de la desaceleración del 2019, y como consecuencia, cuando el mundo se desacelera, Europa se desacelera más y Alemania sufre. Y sufre básicamente también porque su nivel de exportaciones se ve afectado por la guerra comercial», explica el economista Luis Palma Cané. Otro de los datos más inquietantes y reveladores de las dificultades que enfrenta Berlín es que sólo en diciembre pasado la producción industrial cayó un 3,5% respecto a 2018. Al respecto, Palma Cané señala que hay un escenario de la economía europea complicado, con un crecimiento lento, y apunta a que la Comisión Europea ha bajado las predicciones de crecimiento de este año consolidadas en alrededor del 1%. El analista incide en que al ser Alemania «la locomotora de la economía europea por ser la primera economía del bloque comunitario con más del 25% de su producto bruto, y la cuarta economía del mundo, lo que pase en Alemania pega fuerte a la economía de la UE, pero también a la economía global», indica el economista argentino. En este contexto, y consultada por Expansión sobre si la Unión Europea pueda acabarse si hoy hay unos ‘EEUU de Europa’, Alicia García Herrero, economista jefe para Asia-Pacífico de Natixis y senior fellow del think tank europeo Bruegel, respondió afirmativamente. «El mundo ha cambiado y nuestro modelo ha desaparecido. Pero lo que más me preocupa es que en Europa no hay ninguna discusión de proyecto de nación. Desde Asia está más claro que el agua: hay demasiados Estados, y más estados que todavía quieren ser otro estado. Creo que esto nos paraliza. La verdad es muy simple: sin ser un Estado nación no podemos permitirnos ser, ya no una gran potencia, sino un área económica independiente de EEUU y de China. Si no, la Unión Europea se va a partir en dos: vasallo de China, vasallo de EEUU, y no va a haber más», respondió contundente García Herrero. Palma Cané coincide con este concepto. «Acá el punto crucial es si vamos a tener más o menos UE. Creo que es de vital importancia que la UE se consolide y termine de desarrollarse, porque la UE, más allá de la salida de Inglaterra que para mi es muy negativa, lo que está en juego acá es la integración de Europa: o consolidamos la Unión, o se desintegra», concluye Luis Palma Cané.