Escrito por José Castillo, economista.

Seamos claros: si no fuera presidente, ya estaría preso (o libre después de pagar al menos una fianza extraordinaria). Si estuviéramos en cualquier país serio, el escándalo ya lo habría llevado a la renuncia.

Pero vivimos en la Argentina de Milei, de La Libertad Avanza, de un gobierno de ultraderecha en minoría parlamentaria absoluta que, sin embargo, consigue avanzar con su super-ajuste contra el pueblo trabajador gracias a los votos de la oposición patronal “amigable” y las una y mil excusas del peronismo, que siempre tiene a mano un par de legisladores que le votan a favor, se abstienen o se ausentan para darle los números al oficialismo. Y de una CGT que sigue el pacto con el gobierno, dejando solos a las y los trabajadores que salen a enfrentar el ajuste.

Decimos esto para explicar lo inexplicable: lo que acaba de suceder en Argentina. Sin ninguna duda, sin precedentes. Un presidente que, oficialmente, desde su cuenta de X (ex Twitter, que él mismo la considera su más importante forma de comunicar algo) recomienda una supuesta “inversión” financiera, con nombre y apellido, invitando a dar link a algo que directamente está en el mismo mensaje. Diciendo, falsamente, que ese dinero irá para “financiar proyectos productivos argentinos”. Lo que sigue es típico de cualquier estafa berreta de las muchas que se ven en el cyber-delito. Se entraba a la página, y se invitaba a poner dinero por medio de una operación de cripto-monedas. En las horas siguientes, mientras el mensaje en X de Milei quedaba fijado en su cuenta e incluso era confirmado como verdadero por sus allegados, entre ellos la mismísima Lilia Lemoine, la moneda crypto ($Libra, ese su nombre) subía astronómicamente de cotización gracias a la promoción de ser recomendada nada menos que por un presidente de la Nación. Se calcula que en esas horas, cerca de 40.000 pequeños inversores pusieron miles de dólares para “ganar” con la inversión. Pero los verdaderos dueños y creadores de la crypto (léase de la estafa), ubicados en algún lugar del cyber-espacio, procedieron a “vender” todas las crypto, de golpe, hundieron la cotización en minutos…y se quedaron con la plata de todo el mundo. En el sube y baja, se calcula que la estafa le dio a sus perpetradores entre 80 y 100 millones de dólares, a costa de 40.000 pequeños ahorristas, que pusieron un promedio de 2.500 dólares cada uno, probablemente todos sus ahorros.

Milei, increíblemente, recién ahí salió a decir que “no estaba informado” de todo esto. Dudoso, más aún cuando el mismo había recibido y promocionado en octubre pasado al “creador” de esta crypto, Julián Peh, de Kip Protocol. Para agrandar más el escándalo, ayer mismo a la noche apareció el involucrado más directo, Hayden Davis, presidente de Kelsier Ventures, creadora y responsable del lanzamiento del token $LIBRA, “aclarando” lo sucedido, y presentándose como asesor del presidente Javier Milei. El presidente ahora lo desmiente y no lo reconoce como asesor. Pero no responde a lo más simple y básico: ¿por qué recomendó esa inversión-estafa desde su cuenta oficial en X?

Caben dos hipótesis. Si de verdad, “no sabía nada”, y aún así, él, que se proclama “economista” y, más aún”, “el mejor del mundo”, “merecedor del Nobel de Economía”, hizo semejante recomendación, violó una lista enorme de leyes y además, mostró una falta de responsabilidad, en aras de promocionar a sus amigos (personales o “ideológicos”) que supera cualquier caso de corrupción del planeta.

Peor aún si asumimos la otra hipótesis, de que sí sabía, de que era “socio” de la operación, lo que lo convierte en un vulgar estafador de baja estofa, al mejor estilo de las operaciones Ponzi. ¿Es esto último posible? Hay antecedentes: poco después de asumir como diputado, en 2021, Milei reconoció haber recomendado una operación en crypto que también terminó en una estafa, habiendo cobrado por ello. Lo hizo en un reportaje con Ernesto Tenembaum y la empresa estafadora se llamaba CoinX World.

En síntesis: nos encontramos ante un escándalo, una estafa financiera internacional, que hoy recorre los portales del mundo. Milei, el que nos iba a hacer entrar al mundo, hoy nos hace conocidos por su propio desfalco. Como frente a todos los casos de corrupción, sólo cabe una posición: que todos los responsables vayan presos y que devuelvan lo robado, respondiendo por ello con sus propios patrimonios. En el caso del presidente, además, queda planteado si, en estas condiciones, está en condiciones legales y/o morales de seguir siéndolo.

Por eso hay que pedir en el Congreso desde que se cite a Milei para una interpelación urgente, que puede llegar hasta un juicio político. Seguramente habrá denuncias penales que se tienen que incorporar. Pero, como decíamos al principio, lo más importante debe pasar por el repudio popular, en las calles, como sucedió el 1F. Incluyendo este hecho escandaloso, pero sumándole todos los reclamos anteriores, como las políticas ultraderechistas anti-derechos y la lucha contra las consecuencias de su plan motosierra. En lo concreto, es urgente que la CGT llame de inmediato, para la semana que viene, junto a las CTA, a una marcha de repudio unitaria donde se sumen todos los que repudiamos a Milei. Como parte de un plan de lucha que incluya un paro general. Esta es la tarea inmediata y urgente.

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