«Quiero ser actora para que la niñez sea feliz», le expresó la niña trans de siete años protagonista de Yo nena, yo princesa a Federico Palazzo. Entonces el director y guionista no pudo más que supeditarse y utilizar de guía su deseo, contó durante una entrevista con Ponele Rock.
De hecho, el realizador explicó que llevar adelante la concepción de esta historia fue una búsqueda desde lo poético, lo humano y sabiendo que todo partiría de su propia subjetividad. «La ficción es inevitablemente una herramienta de cambio. Tengo el convencimiento que desde el punto de vista neurocientífico en el territorio de la emoción podemos lograr mejores cosas», sostuvo.
Y continuó: «Mi intención es, sin golpes bajos, conmover. Cómo no lograrlo en una historia sobre la infancia. No ha encontrado la raza humana aún, una mejor manera de espejarse que la suma de todas las artes que es el cine«.
Yo nena, yo princesa fue reconocida como una película «urgente» y «necesaria». Eleonora Wexler, en Ponele Rock, consideró que este proyecto cinematográfico tiene un importante rol social.
La comunidad trans tiene un promedio de vida de entre 30 y 40 años, consecuentemente, se ven en su mayoría volcadas al trabajo sexual y con poco acceso a la educación.
En ese contexto, el director expresó: «Me iba dando cuenta de lo que nos estaba pasando, teníamos una oportunidad. Lo primero que me propuse fue la búsqueda de la verdad en una forma que no tuviera demagogia ni golpes bajos y que tuviera un nivel de aceptación lo más masivo posible. Había que discriminar lo urgente por sobre lo importante.»
Me pude meter en la casa de Gabriela Mansilla (madre de Luana). Pude ver el brillo de sus ojos, conocer sus sabores, sus miradas y entender qué le había pasado, cuál fue su lucha como madre. Su don es que supo escuchar.
Federico Palazzo
La película se proyectó en cines convencionales a fines del año pasado y también se repuso en el Gaumont el 27 de enero, su última presentación. Por el momento no hay más funciones previstas.
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