China está en el ojo del huracán por una reacción en cadena. Tener la doble condición de ser el país de origen del coronavirus, y a su vez, ‘el taller del mundo’, provocó un frenazo en la cadena de producción global. Haber mantenido cerradas muchas fábricas por tanto tiempo ha causado un corte en la llegada de productos a destino.

Reacción en cadena

La caída en el volumen de producción que se ha localizado a nivel global debido al coronavirus está dejando ver su impacto, que en particular se ve exacerbado debido a la paralización en las fábricas chinas, debido al carácter del gigante asiático de ‘fábrica del mundo’.

«Lo que hay es una situación de ‘parate’ de la economía mundial que agrava problemas que venían de arrastre, y estos problemas nacionales están generando problemas muy serios de una dinámica de funcionamiento que por medio siglo empujó la liberalización de la economía, la globalización. Digamos que el mundo salió de la crisis de los años ’70 con mundialización», opina el economista Julio César Gambina.

Un claro ejemplo de los efectos de desabastecimiento, o el pánico de quedarse sin suministros en esta guerra transversal en que se ha convertido el combate al coronavuris, han dejado al descubierto esta situación.

Hay casos paradigmáticos, algunos de ellos dignos de guion cinematográfico de un thriller de acción en plena Guerra Fría. A principios del mes de abril, dos hechos tuvieron a Francia como protagonista, de un lado y del otro de la trinchera: EEUU le robó una partida de mascarillas en plena pista de despegue en China, y a renglón seguido, Francia se quedó con partidas de mascarillas destinadas a España e Italia, aprovechando una escala del reparto en su territorio.

Pero no sólo está en China el origen. También en su momento provocó un hondo malestar en países de la Unión Europea el hecho de que tanto Francia como Alemania prohibieran la exportación de materiales médicos a sus socios comunitarios. En esas anda Europa. Los respiradores también han entrado en este juego, con paralizaciones o incautaciones de material por parte de países fabricantes, cuando ya se habían firmado contratos y pagado las compras.

¿Triunfo de Trump?

Una situación que se hace extensiva a la más variada gama de productos a escala mundial y que hace, por ejemplo, soñar a los votantes del presidente de EEUU, Donald Trump, de una relocalización de las empresas estadounidenses en suelo norteamericano. No obstante, según varios analistas, esa situación no les permitiría cantar victoria: si se diera esa situación, tanto en EEUU como en Europa, los robots se harían con los puestos de trabajo, y no las personas.

«El coronavirus aceleró los procesos de una crisis mundial que viene gestándose desde 2007-2009 y que encontró respuestas en los cierres comerciales, el proteccionismo de ‘America first’ en EEUU, pero también del Brexit británico, y muchas tendencias al proteccionismo, al nacionalismo, por eso había quedado China con la bandera de la globalización», apunta el economista.