El mes que viene se cumplen 37 años del Plan Austral, que fue un tipo de «política de shock» y logró contener la inflación rápidamente sin frenar el crecimiento económico. Sin embargo, el programa terminó en los hechos cuando hacia 1988 produjo un rebrote inflacionario que forzó a crear un nuevo programa, el Plan Primavera, que no lograría evitar la hiperinflación argentina de 1989 y 1990 y terminaría en la renuncia de Alfonsín y en una transición adelantada al presidente electo Carlos Menem.
Eduardo Sartelli, analista político, analizó el Plan Austral y aseguró que cuando Ricardo Alfonsín llegó al poder en 1983 «no supo qué hacer», «zafó gracias al Plan Austral» y «murió con él». El libro «Diario de una temporada en el quinto piso» es esto, una reivindicación de esa experiencia y que al final «la gran batalla por la democracia se dio en el quinto piso». El héroe por esos años fue Juan Sourrouille.
¿Qué fue el Plan Austral y por qué fracasó?
El Plan Austral es el resultado de la elaboración de un programa económico de tecnócratas, es decir, es un conjunto de académicos que estaban en la biblioteca. La mayoría con un pasado con ideales de izquierda que venía de Europa y tenían la postura de «cuidar la democracia». El gobierno de Alfonsín no era apoyado por los industriales, ni por los trabajadores.
El programa económico proponía una transformación, pero eligen el sujeto equivocado. Sourrouille propone achicar el Estado, abandonar el Estado productivo, pero no del todo. Propone privatizar empresas pero seguir encargándose de lo esencial como: viviendas, salud, educación, etc. Y el lugar de la solución económica la dejó en manos del empresariado, que ahí estuvo el error en el programa.
El fracaso llega de aquí: «Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo», decía Pugliese antes de renunciar. Le dejaron el motor de la acumulación económica al empresariado, pero ese sujeto no iba a solucionar los problemas. El empresariado argentino no está preocupado por salir de la posición de tener un Estado prebendario, que lo protege. «Argentina tiene una industria incapaz de desarrollarse, no tiene la capacidad y no la quiere tener», sentenció Sartelli en diálogo con FRECUENCIA ZERO.