La 40° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata vuelve a convertir a la ciudad balnearia en el centro cinematográfico más importante del país. Único festival de clase A en América Latina, reconocido por la Federación Internacional de Asociaciones de Productores de Cine, combina competencia internacional, estrenos, restauraciones y actividades especiales. Además de atraer turismo cultural y acercar producciones del mundo entero, el festival se sostiene como un espacio clave para el intercambio entre directores, actores, estudiantes y público general, en una tradición que se remonta a mediados del siglo XX.

En diálogo con FRECUENCIA ZERO, Magalí Cristoforo destacó que el carácter internacional del festival es determinante para su relevancia. Señaló que no solo permite disfrutar estrenos de distintos países, sino que abre lugar a nuevas voces, especialmente dentro del cine independiente, a través de secciones como Pantalla UBA o Panorama de Nuevos Talentos. También subrayó la importancia de mantener la categoría de festival competitivo, que lo sitúa en la misma escala que Cannes o Berlín, algo que “no es menor para la industria local” porque atrae obras diversas y fomenta el crecimiento de realizadores en formación.

Cristoforo remarcó que el cine argentino conserva rasgos propios, particularmente en el ritmo narrativo, aún cuando convive con la creciente influencia de modelos internacionales. Si bien existe la crítica recurrente de que el cine nacional es “lento”, para ella ese tempo forma parte de su identidad artística y se vincula con cómo se buscan contar historias que dialogan con la memoria y el contexto del país. Sin embargo, advirtió que la atención del público está cambiando: la cultura de la inmediatez y el consumo veloz de contenidos dificulta sostener películas largas o complejas, lo que obliga a pensar nuevas estrategias para mantener el interés sin perder profundidad.

Consultada sobre el presente del cine independiente, fue clara: hacer cine hoy “es difícil, pero no imposible”. Los costos de producción, la reducción de apoyos estatales y la necesidad de competir en festivales antes del estreno comercial imponen desafíos, pero la posibilidad de coproducción con otros países y la aparición de nuevas plataformas permiten sostener proyectos. Para Cristoforo, lo esencial es escribir, crear y persistir, sin dejar que las limitaciones económicas definan la imaginación: “El cine sigue vivo porque seguimos buscando contar algo”, afirmó.

Escuchá la entrevista con Magali Cristoforo en FRECUENCIA ZERO y compartí.