Esta semana se conoció el crecimiento económico de China en el último trimestre del 2022 y las cifras comienzan a inquietar. El producto interior bruto (PIB) creció un 2,9% en octubre-diciembre con respecto al año anterior, según mostraron el martes los datos de la Oficina Nacional de Estadística (ONE).
En ese contexto, Eduardo Sartelli afirmó que pese a que estas tasas serían más que aceptables en otros países del centro, China acostumbra a crecer a tasas mucho más altas y esto se ve reflejado en el mundo. Por este motivo, aseveró que la economía china se está «japonizando».
En los años 70, los productos japoneses eran los grandes «copistas» del mundo, es decir, copiaban los productos, los replicaban y luego los vendían a un precio más barato. Era el momento de auge de Japón, cuando ocupaba el lugar de China en el plano económico mundial. Pero luego, cuando se desarrolla el capital, pudieron pasar de una configuración diferente de la producción.
En este contexto, Sartelli explicó que la tasa de ganancia «tiende a bajar» porque en mercados de capital más complejos el peso del componente de mano de obra barata es menor y ya no dependen de la gran cantidad de mano de obra barata, sino calificada. De esta manera, cuando un país se proyecta en un capitalismo más «maduro», donde la producción está dominada por la tecnología, la competencia es más compleja y se pierden las ventajas, como la mano de obra más barata, que lo impulsaron en el pasado.
A su vez, Sartelli destacó que si China quiere convertirse en la nueva Estados Unidos debería seguir creciendo en el campo de las nuevas tecnologías y debería realizar algo similar a un Plan Marshall, pero en Latinoamérica. Esto no implica habilitarle el swap a Argentina, sino prestarle la plata y que nuestro país tenga que comercializar con China.