El problema del acceso a la vivienda en Argentina viene desde la conformación del Estado Nación, asociado a la inmigración masiva. En su momento, era un tema central de la vida de los trabajadores, al punto tal que una de las huelgas más conocidas, la de inquilinos en 1907, logró que se retrotraigan los costos de los alquileres y luego se congelaran.
Luego, durante los años ’60 y ’70, se mejoró el acceso a la vivienda gracias a la mejora de los salarios que hubo y la posibilidad del acceso al crédito en ese entonces. Actualmente con la degradación de los salarios y esto impacta sobre el poder de compra de los bines más caros. «Hoy cobramos la mitad de lo que cobraba un trabajador a mediados de los ’70», resaltó Marina Kabat, historiadora e investigadora del CONICET, en diálogo con FRECUENCIA ZERO.
Entre 2001 y 2010 cayó la cantidad de personas que viven en una casa propia, hubo una disminución de 3% sobre el total de la población, pero Kabat señaló que «si bien parece una disminución relativamente chica es importante porque cuando hay errores censales o subregistros suele concentrarse en las zonas de obreros» y recalcó se debe a un «quiebre de una tendencia», por lo cual es posible que los datos del Censo 2022 releven datos «peores».
A su vez, Kabat apuntó contra el programa Mi Pieza, por ser una degradación de la política pública habitacional, que se presentó como una política pública doble: el acceso a la vivienda y de género. Es decir, es una política habitacional que se orientó a mujeres que residentes en propiedades incluídas en el ReNaBaP, que es el Registro Nacional de Barrios Populares reúne información sobre las villas y asentamientos de Argentina.