Anoche, alrededor de las 21 h, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner sufrió un intento de magnicidio mientras saludaba a los militantes que realizaban una vigilia en la puerta de su domicilio, en Recoleta.
El hombre que gatilló frente al rostro de Fernández entre la multitud es Fernando André Sabag Montiel; portaba un arma Bersa calibre 40. El agresor fue detenido por los seguidores y, luego, por efectivos de la Policía Federal. Y, según confirmaron, se encuentra en condiciones de declarar.
La encargada de la investigación es la jueza federal María Eugenia Capuchetti. El fiscal es Carlos Rívolo, aunque en las primeras horas estuvo suplantado por Eduardo Taiano. La calificación del delito sería tentativa de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y por alevosía.
Javier, el militante que fue citado por la magistrada a declarar luego del episodio en Recoleta, contó ver por encima de su hombro derecho un brazo que sostenía un arma y escuchó gatillar dos veces.
Por su parte, el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, explicó por qué no salió el proyectil: «Para que la munición salga hay que darle para atrás a la corredera, para que la bala entre a la recámara. El arma no tenía nada en la recámara, ergo, podía gatillar un millón de veces y nada iba a salir».
La mayoría de los dirigentes políticos y funcionarios se prenunciaron en contra del atentado. Entre ellos, Gerardo Morales, gobernador de la provincia de Jujuy y presidente de la Unión Radical Nacional (UCR), quien llamó «a la política y a la comunicación a bajar un cambio, la gente está muy mal como para que incentivemos a la crispación».
Quien también llamó a la reflexión fue el senador nacional, Oscar Parrilli. Y además describió cuál es el estado de salud de la Vicepresidenta: «Se encuentra impactada y conmocionada, pero igual está bien. Tiene su temple intacto».