Luego de varias idas y vueltas, Rubinstein desembarcó en el Palacio de Hacienda como secretario de Planeación Económica, quien actúa en los hechos como viceministro. Según destacó el ministro de Economía, Sergio Massa, se tuvo que esperar a que el flamante secretario «resolviera un tema familiar y disolviera sus responsabilidades contractuales incompatibles con la función pública».
En este contexto, el analista político Eduardo Sartelli destacó que Sergio Massa se muestra con capital político para gobernar, pese a que dijo que no lo está pensando en este momento. De esta manera, demostró que tiene las relaciones sociales necesarias para poder manejar el Estado, que implica una maquinaria difícil de mover.
Para manejar el Estado, se necesita tener un conjunto de relaciones sociales que le permitan manejar «la vida fuera del Estado», que puedan poner orden con su propia acción; y Massa demostró que los tiene. Pudo mantener el dólar blue gracias a la «ayudita de sus amiguitos». Y a eso se le adiciona el apoyo de la embajada de Estados Unidos, entre otros contactos internacionales.
«Massa es una especie de Duhalde adaptado al paladar de Barrio Norte y Puerto Madero», apuntó Sartelli.
Antes de la llegada del «superministro» había un caos político. Pero actualmente, por diferentes razones, la centralidad política está en Sergio Massa. Y, por ese motivo, el nombramiento final de Rubinstein termina siendo complejo para la coalición gobernante. «El nombramiento final del viceministro es difícil de tragar, a pesar de los tweets, porque es un símbolo pesado para la propaganda K. No pondrían jamás a Rubinstein en ese lugar», aseguró Sartelli.
En conclusión, el desembarco de Rubinstein termina profundizando el programa de Martín Guzmán y de Silvina Batakis, que era ampliamente criticado por el kirchnerismo. Sin embargo, demuestra que Massa tiene el acuerdo de la coalición gobernante de «cállese la boca y déjeme actuar».