La Argentina comenzó esta semana las pruebas de la vacuna contra el Coronavirus, elaborada por la farmacéutica estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech. El proceso se desarrolla en el Hospital Militar, que provee infraestructura, parte del equipamiento y especialistas, y lo coordina el equipo del doctor Fernando Polack, director de la Fundación Infant.

De los 25 mil inscriptos, sólo participarán 4.500 voluntarios – anotados mediante una página web- con diferentes perfiles etarios (18 a 55 años) y profesionales. Además de no haber contraído el virus y no estar embarazadas en el caso de las mujeres. Las personas recibirán dos dosis, con tres semanas de diferencia entre cada aplicación.

A partir de estos ensayos, se comprobará su eficacia y posibles efectos adversos. Hasta el momento, el estudio superó las primeras dos fases y la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó su proyección.

En este contexto, Susana Pastor Arguello, directora Médica del Hospital Militar, aseguró que una parte de los voluntarios recibieron la vacuna y el restante un placebo, así analizarán las reacciones de cada uno.

Previo a esta instancia, deben someterse a un exámenes clínicos y otros estudios complementarios, como hisopado y extracción de sangre. Luego de la vacunación, el control se realiza a los 21 días, cuando reciben la segunda dosis; y después siguen con convocatorias periódicas hasta llegar a los dos años. 

A la espera del éxito, Pastor Arguello expresó que este proceso brinda la posibilidad de obtener una cura «para una enfermedad que tienen un altísimo impacto sanitario». Por eso, todas las líneas de investigación se concentran en la efectividad para mitigar la pandemia.