Sergio Mastrogiovanni, especialista en tecnología, realiza un recorrido sobre el oficio de informar en tiempos en los que confluyen la cuarentena, la inteligencia artificial y la tecnología de forma inédita.
Están cambiando las formas en que los periodistas interactuamos, presentamos, construimos la manera de informar a través de los diferentes medios. Las redacciones periodísticas pasaron de ser una gran aglomeración de gente que realizaba trabajo manual, con una complejidad hoy abarcable a partir de proyectar cómo sería nuestro trabajo hoy, sin internet, sin teléfonos celulares, sin WhatsApp y con máquinas de escribir.
Hoy, probablemente, la complejidad toma otros componentes. Hoy el riesgo se concentra a la sobreexposición a los medios y las redes sociales. La sobreinformación puede analizarse en varias dimensiones, algunas de ellas de valoración positiva y otras, no tanto. Puede valorarse una democratización de la información al no depender de los grandes medios de comunicación para acceder a ella. Hoy todos tenemos acceso a proveernos y a exponer nuestros pensamientos. Tan lejano al pasado como la máquina de escribir.
La lejanía era la norma. Cómo tener acceso a los lectores? Cómo lograr que te publiquen una nota, una columna, una opinión o una obra? Hoy de alguna forma, Internet da el acceso a la información y la posibilidad de publicar y visibilizar cada una de las propuestas de cada individuo con cierto punto de partida igualitario y una proyección infinita de diferenciación.
Hay cierta igualación entre el productor de contenido y el consumidor en la red. Los consumidores deben incorporar la capacidad de poder filtrar la calidad de los contenidos que consumen, contenidos infinitos que pueden tornarse enriquecedores o meramente “fakenews”, por ejemplo.
Es cierto, hay una anarquía informativa en las redes sociales que traslada la responsabilidad al lector de su saciar su necesidad de saber y de la calidad de la información que construye. Los approach a la información son gratis y solo requieren la inversión de tiempo para sumergirse en un universo de verdades relativas.
Nuevas formas de comunicar, democratización, nuevas maneras de consumir. Muchos medios, mucha información al mismo tiempo y la limitación física de no poder atender muchas cosas al mismo tiempo. No se puede ser “multitasking” todo el tiempo. Debe incorporarse la necesidad de filtrar la información y enfocarnos en lo que necesitamos bajo estos nuevos parámetros de avidez tecnológica.